Los cambios producidos en las conductas de las personas en los últimos años por el incremento grave de las conductas violentas hace necesario articular medidas colectivas y multidisciplinares para trabajar en diversos frentes. La actuación y la reacción violenta de las personas se ha convertido en una costumbre que se apodera de la mente de algunos y actúa como una máquina que reacciona con violencia ante negativas a lo que ellos piensan acerca de cómo deben ser las cosas, o cuando no acabar con la vida hasta de las propias personas de su entorno familiar en la violencia doméstica y de género.

Se piensa que estas formas de conducta pueden tener una solución con una mayor respuesta penal, pero ello sólo es una parte de las posibles soluciones y hasta ni eso, porque se demuestra que esas elevaciones punitivas son más una adecuación de la proporcionalidad al mal que han cometido que una prevención contra el crimen, porque el delincuente no actúa calculando la pena. Actúa porque quiere hacer el mal y lo lleva a cabo.

Por ello, en este escenario deberíamos implantar urgentemente la medida incluida en el Pacto de Estado contra la violencia de género de abrir una asignatura en las escuelas sobre la no violencia y sobre el respeto y la educación, porque ya no solo se trata de que las personas ejerzan la violencia, sino que otras también ejercen la falta de respeto y de educación, que, en otro grado, viene a estar en el mismo escalón de repulsa social.

La necesidad gira, pues, alrededor de crear una cultura de «espacios libres de violencia» y que estos lo sean en cualquier punto y lugar de cada ciudad, de cada pueblo y de cada casa. No se trata solo de no ejercer violencia, se trata de que el respeto y la igualdad entren en las formas de conducta de las personas. Que se desaprenda lo mal aprendido en la forma de comportarse algunas personas.

La creación de «espacios sin violencia» no es solo un lema. Es una llamada de atención a la necesidad de decir que aquí en mi comunidad de propietarios, en mi casa, en mi trabajo o en cualquier lugar no existe hueco para la violencia y que no se va a consentir que se produzcan acciones violentas por nadie. Y ello para que el violento, el irrespetuoso no puede victimizar a quien quiera, porque ahí estará la sociedad y sus ciudadanos para evitar que esa violencia exista.

La creación de «espacios sin violencia» podría ser, incluso, un lema a utilizar en el inminente protocolo que se va a implantar por los administradores de fincas y el Poder Judicial para trasladar a las comunidades de propietarios la implantación de vías de actuación informativa en todos los vecinos de que no se puede mirar hacia el otro lado cuando en tu comunidad hay víctimas de violencia, sobre todo cuando lo son los menores que, en gran medida, sufren ellos directamente la violencia y también directamente la que sufren sus madres. Por ello, la multiplicidad de las formas de violencia en la sociedad, física o psíquica, hace que tengamos que recordarnos continuamente que esto no es una manera de convivir, sino que tiene que ser objeto de una repulsa social colectiva. La sociedad no puede mirar a otro lado esperando que alguien resuelva un problema que es de todos y está vía de implantar en las comunidades protocolos de no violencia y tolerancia 0 es una manera de recordarnos unos a otros que no vale lamentarnos solo cuando un crimen ha ocurrido, porque estas situaciones pueden y deben evitarse si actuamos a tiempo e impedimos la escalada de la violencia. Quien la ejerce considera que con su conducta atemoriza a sus víctimas y al resto, pero hay que demostrar al que así actúa que en modo alguno es así, y que el Estado de derecho existe, entre otras cosas, para evitar que exista una sociedad donde una parte de sus individuos ejerce la violencia y para poner remedio y respuesta a estas situaciones. Bien desde el punto de vista de la prevención con medidas educadoras ex ante, o bien con medidas sancionadoras cuando se ha ejercido la violencia, o con reeducadoras si el hecho no es grave y el autor no tiene antecedentes. Pero el Estado no es solo la Administración que adopta medidas. Lo es también toda la colectividad; esto es, el conjunto de los ciudadanos que tienen que tomar parte activa en que pare la violencia de una vez. Con violencia no se puede vivir. Y en su defecto las víctimas tenemos que ser todos.