Es posible que una gran mayoría ignore que los fondos que han distraído y ocultado los independentistas en los últimos años al frente de la Generalitat podrían alcanzar los mil millones de euros, lo que les ha permitido el derroche durante el proceso y tener un fondo de resistencia. Siguiendo con el cansino asunto catalán, no me extraña que no estén al corriente de que Puigdemont cobra una pensión anual como expresidente de 112.000 euros hasta 2021 y, a partir de ahí, 88.800 hasta que se muera. Por supuesto que si ustedes piensan que esta bicoca es a cargo de los impuestos de todos los españoles están en lo cierto.
Es muy probable que no nos hayamos percatado que los ancianos que han cotizado a la Seguridad Social y apoquinado impuestos toda su vida tienen que pagar el coste de una residencia; sin embargo, los presos lo tienen todo gratis. ¿Verdad que no parece justo? Como tampoco lo es que el importante colectivo de los jubilados en la última etapa de su vida tengan que soportar altas dosis de ansiedad y zozobra al oír y leer en los medios, como asunto recurrente y machacón, que la hucha de las pensiones se ha agotado y el abono de las mismas está en peligro debido a que el déficit de la Seguridad Social crece incesantemente, obligando al Gobierno a recurrir a préstamos del Estado. Deberían devolver la tranquilidad a los ciudadanos solucionando esta cuestión mediante un acuerdo duradero de todos los partidos. Seguramente ustedes si saben que decenas de miles de catalanes piden que vuelvan los Jordis, pero, si se fijan, nadie pide que vuelvan las 3.500 empresas que se han ido.
Por cierto, el lacito amarillo es una copia -qué poca imaginación y creatividad- de los americanos para implorar que volvieran los soldados vivos de la guerra de Irak. Hablando de otras cosas, uno se pregunta: ¿cuántas personas son conscientes del peligroso nivel que ha alcanzado la deuda pública en el mundo? La cifra global de 217 billones de dólares, que supone el 327% del PIB, es tan gigantesca que este asunto se convertirá, en los próximos cinco años, en una explosión incontrolable causando una recesión profunda que traerá una pérdida de confianza en el sistema económico financiero con efectos mucho más perniciosos que la crisis que hemos padecido entre los años 2008 al 2014. La deuda se ha convertido en el sustento de la economía y cada día crece más en una espiral de descontrol insostenible, por lo que los países altamente endeudados (más del 70% de su PIB) jamás podrán pagarla.
En cuanto a asuntos más domésticos, es posible que les haya pasado desapercibido que la Ingeniería de Organización Industrial es una de las especialidades del futuro, ya que la robotización que es imparable y ya está en marcha va a requerir expertos en readaptar y reorganizar técnicamente el nuevo mundo empresarial. Pues ya ven, hasta ahora, la Consejería de Educación ha rechazado y se resiste a que esta titulación universitaria se oferte en Asturias. A lo peor estos cegatos quieren seguir apostando por la formación de especialistas en el moribundo sector del carbón. Por hoy, para no cansarles, no les doy más la tabarra con esta mezcla de asuntos varios.
