Parece que solo la Justicia, que vive en un ¿tiempo diferente?, quiere que recordemos que algunos partidos políticos de este país se convirtieron en bandas organizadas que robaban dinero público. Y solo porque, únicamente en ese tiempo detenido en el que viven nuestros jueces, ese hecho vuelve ahora a estar de ¿actualidad? El tiempo político y el tiempo 'real' de la ciudadanía hace tiempo que dieron por ¿amortizado? este hecho gravísimo y que ¿suturaron? una herida que a veces ¿supura? Ayer, dos partidos políticos que han sido auténticos aparatos de poder en sus territorios, Convergencia en Cataluña y el PPCV en nuestra Comunidad (y por extensión, en España), se miraron en el espejo negro de ese ¿pasado? Es verdad que ambos ¿han pagado cara? su etapa en el lado oscuro. Convergencia murió y ¿resucitó? en el PDCat, un partido que ni siquiera fue útil para un Puigdemont fugitivo y virtual, que recurrió a otra marca electoral para salir ¿reelegido? Hasta su ¿timonel?, Artur Mas, acaba de ¿hacer mutis?, un minuto antes de que la sentencia por el ' caso Palau' se hiciera pública. El PPCV, que ayer inició la primera estación de penitencia de su Gürtel particular, perdió aquí el poder, pero solo porque ¿todos los demás se unieron contra ellos? Ganaron las elecciones, pero no la mayoría absoluta. Que Rajoy siga siendo el presidente del Gobierno de España demuestra que ¿hay vida después de mil escándalos? si tus contrincantes son incapaces de aprovechar la hemorragia ¿mínima? de votos que la corrupción causa.
Es verdad que ahora vivimos ¿un tiempo distinto? en el que ¿nuevos? partidos aspiran a reformar ¿desde dentro? nuestro aparato político. Pero esa aparente renovación no nos aleja del mar de dudas en el que ¿seguimos inmersos? Tal vez nuestra incapacidad para asumir la culpa que nos toca y la tendencia a relativizarlo u ¿olvidarlo? todo tenga mucho que ver con ello.
