Como un rayo fulminante nos ha llegado esta semana la noticia del fallecimiento del cineasta José María Berzosa el pasado 2 de enero en París después de una enfermedad que le usurpó la memoria. Paradójicamente el propio olvido en el que habrá estado sumido los últimos años ha coincidido con el rescate de su obra desde varios frentes, a partir sobre todo de su paso por los festivales Punto de Vista en 2013 y Abycine en 2016, respaldados en gran medida por la labor llevada a cabo por el historiador Luis E. Parés, tras los lejanos homenajes recibidos en la Filmoteca Española en 1981 y en la 28ª edición del Festival de San Sebastián. Considerado un documentalista renovador y crítico con el género, la importancia de su obra, su legado ahora ya, radica, en la exposición de algunas claves para desentrañar la tradición cultural española, amplio espacio en el que un aspecto concreto de su carrera nos concierne especialmente aquí en Elche. Enterarnos con retraso, como si su última voluntad hubiera sido no apenarnos en una fechas que, de por sí, ya tienen suficiente carga emocional, no ha mitigado la tristeza por la pérdida de un cineasta inteligente que, desde una propuesta estilística radical, retrató el Misteri d'Elx en 1972 con el consentimiento del Patronato.

La noticia se difundió con la discreción que ha caracterizado la carrera de este albaceteño exiliado en París en 1956 por no comulgar con las ruedas del molino franquista. Su interés por el cine le llevó, gracias a la recomendación de Juan Antonio Bardem, a estudiar cinematografía, lo que le abrió las puertas de la televisión francesa. A pesar de la ruptura moral con España, pero respaldado por cierta sensibilidad en Francia, Berzosa continuó preocupado por una cultura proscrita en su libre ejercicio dentro de la sociedad que la genera e incita. En poco tiempo se convirtió en el mayor especialista en temas relacionados con la cultura española. Su conocimiento de la Festa d'Elx, a raíz de los veranos de su niñez y juventud en Santa Pola, le permitió aceptar el encargo que le llegó de los productores del programa «La musique et nous». Para mostrar un fenómeno musical arraigado en diversos estamentos sociales, el director escogió nuestra fiesta porque era un ejemplo singular del que le atraía especialmente el contexto sociológico. Para él, como confesó a este mismo diario, era «importantísimo este grupo de gentes que tienen su oficio y luego, unos días, viven los papeles bíblicos como lo hacen aquí. No es una representación más».

Ante este firme propósito, podemos afirmar que la importancia de «El Mystère d'Elche» (un documental en dos capítulos, de 32 y 28 minutos, respectivamente, emitidos los lunes 8 y 22 de enero de 1973 por la Office de Radiodiffusion-Télévision Française, ORTF) radica en que es uno de los pocos documentos fílmicos que se tienen de un período especialmente clave en la evolución formal de la Festa a lo largo del siglo XX. Aunque no se puede entender esta película como una investigación científica, el tiempo transcurrido la ha colocado ante una nueva perspectiva que, completada con las piezas del NO-DO y TVE y comparada con la representación actual del Misteri, aclara algunos aspectos de la evolución de la Festa que, de otro modo, sería imposible abordar, en cuanto a los elementos escenográficos tanto como a los movimientos ceremoniales. Aun así, no fue nunca vista en Elche. Las noticias que llegarona través de Antonio Pascual Ferrández, patrono del Misteri y propietario del hort del Gat (donde se rodaron algunas escenas), hablaban de que había sido un éxito rotundo y que había gustado muchísimo a los franceses, lo que ahonda, aún más si cabe, en el enigma sobre su injusto olvido allí precisamente donde más debería conocerse.

Analizar la utilización por Berzosa de las características que hacen de la Festa d'Elx una celebración cultural insólita en Europa dentro de una tradición meridional nos ha permitido descubrir la huella de un cineasta antes de abordar sus obras más ambiciosas: «Rouge, Greco, Rouge» (1973), la trilogía «Espagnes» (1973) compuesta por «Comment se debarrasser des restes du Cid», «L'amour et la charité» y «Mourir sage et vivre fou», y «Arriba España» (1976). Aislar las particularidades de la obra cinematográfica de un autor que va experimentado con su estilo en base a la compleja puesta en escena de esta obra teatral que se lleva representando ininterrumpidamente desde hace 500 años, nos ha permitido a su vez confirmar el alcance historiográfico de «El Mystère d'Elche». La pretensión de Berzosa era opuesta a la de Gudie Lawaetz: a él le interesaba, no el aislamiento de la Festa dentro de la cultura europea, sino la inmersión del Misteri dentro de la sociedad que lo hace posible. Desde esta perspectiva convendría recordar siempre a José María Berzosa en Elche.