Mi querido Hércules, este Hércules vivo, este Hércules dormido. De tu largo sueño ahora te despiertan dineros de empresarios. ¿Dónde están tus manos, dónde tus robustas piernas, dónde tu cabeza? Mi querido Hércules, este Hércules en duda, este Hércules dormido de las marcas quietas de los negados goles sobre campos secundarios. ¿Quién pasó tu calvario, quién acompañó tu suerte cuando estabas solo? Mi querido Hércules, este Hércules mío, este Hércules nuestro. Mi querido Hércules, este Hércules blanco, este Hércules azul, este Hércules histórico y de piel rocosa. Dulce tu destino, quiero ser tu historia, quiero ser tu hierba cuando yo me muera. Mi querido Hércules, este Hércules nuestro. Cecilia en blanquiazul.

Este Hércules de ellos. Ya estás en sus manos. Zassh en toda la boca. Zassh ha puesto la pasta. Portillo por delegación y Ramírez por interés han tomado posesión de tu pasado, de tu presente y de tu incierto futuro. La devoción de ambos y de quienes les rodean está por demostrar. Prioritariamente inyectando dineros al proyecto, que tras la puja ganada y la asamblea concluida es obligación de buen emprendedor, que sabe que para recoger hay que sembrar. Y el negocio es meridianamente claro, diáfano: hay que salir del pozo de Segunda B para empezar a ingresar euros en Segunda, y soñando, que es libre, con los que se generan en Primera. Para ello, plantilla competitiva. De momento no la hay. Por lo demostrado hasta la fecha a la afirmación le acompañan los hechos. Remedios imprescindibles para afrontar retos deportivos e institucionales, ambos unidos, en yuxtaposición forzosa: fichajes en mercado de invierno.

Remedios que pasan por mejorar la plantilla en sus flancos débiles. El más débil, el más endeble, todo el mundo coincide, se encuentra en el eje del ataque. Posición de ariete, delantero centro, goleador, oportunista del área. El mercado de invierno es una oportunidad que no se debe desaprovechar. Hay que volver a ilusionar a la afición para que no pase del cabreo a la indiferencia, lo peor que le podría pasar a este Hércules nuestro. El primer refuerzo de la dirección deportiva lo mejor que tiene es que es de Santa Pola, santa tierra de buenos y fieles herculanos, no mucho más. Es delantero sí, goleador, no. En cinco años por territorios hostiles de Segunda B, quince goles sin contar entrenamientos ni pachangas.

En nuestro grupo, Enric, delantero del Cornellá, era el máximo realizador de la categoría con la cifra nada despreciable de 18 tantos. Y lo era porque ha empezado la segunda vuelta jugando en el grupo IV al fichar por el Extremadura. En su primer partido ha marcado tres goles, su equipo marcha segundo a un punto del líder. Lo teníamos a la vista, alargar el brazo con esos doscientos mil euros que ha costado el bueno de Enric y ya vestiría la elástica blanquiazul. El muchacho lleva ya 21 él solito, nuestro querido Hércules, 23.

Esos fichajes son los que devuelven la ilusión, ya no valen monsergas. Hay que arriesgar. La temporada pasada según las cuentas hubo un superávit de 367.000 euros. Maldito superávit y maldita Segunda B. Se hace camino al andar, y por ahora la parálisis del equipo le sitúa siempre fuera de los puestos de promoción y encima, debajo siempre de los vecinos, que para más inri van de mal en peor. Imagínense nuestro querido Hércules.