Mi padre me da la noticia con uno de sus habituales mensajes crípticos, «¿Vas a escribir sobre tu vecino?». No entiendo de qué me está hablando, pero me explica que el padre de Diana Quer fue vecino nuestro de Madrid. Recuerdo el apellido de la familia, pero creo que no así al padre de la joven, hasta que veo una fotografía de él en la prensa que me deja un poco bajo shock. Sí, claro que lo recuerdo. Existe una distancia enorme entre que te hablen de algo que le ha pasado a alguien ajeno, a que le suceda a alguien a quien conociste hace tiempo. La simpatía se mueve por proximidad, y así nos resulta más impactante la confirmación del asesinato de esta hija de un vecino, que el de varias decenas de personas en Kabul a manos de terroristas suicidas. En este sentido, me gustó sobremanera la presencia de gran señora de Anne Igartiburu en el programa de las campanadas de Televisión Española, con su elegancia y sobriedad, al borde de las lágrimas mientras su compañero Ramón García hacía mención al triste asunto de Diana Quer. Casi no me pasan las uvas. Nada que ver con la chabacanería elevada al cubo de Cristina Pedroche, con un mono de puticlub que le debería dar vergüenza a Antena 3 exhibir en una gala que se supone debe ser la más elegante del año. Me alegro infinito de que la audiencia haya premiado a la 1 en las campanadas, porque ya está bien de seguir explotando ese modelo de mujer florero, cuando estamos tratando de defender el respeto a nuestra dignidad. Es simplemente ofensivo y espero que se abandone este tipo de mensaje trasnochado por parte de los medios de comunicación.

Hemos cambiado de año, pero seguimos en parte en las mismas, aunque tampoco deberíamos seguramente esperar milagros, que esto no es Lourdes. Ahora resulta que Messi ha impuesto una cláusula de salvaguarda en su renovación de contrato con el Barça, para blindarse en caso de que el independentismo avance. Yo en general no comulgo con el fútbol, pero va a resultar que le tendremos que acabar dando las gracias de que haya parado la deriva secesionista. Porque ni lo de las 3.000 empresas que han huido de la quema ni lo de que la mitad de la población de Cataluña esté literalmente en contra de la independencia. Pero Messi sí, él sí puede hacer que entren en razón. Y es que el pan y circo sigue siendo la más potente herramienta de poder. Increíble pero cierto.