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Cataluña: ¿En busca del terreno común?

A pocos días de celebrarse las elecciones catalanas (con un resultado abierto y que, según las encuestas, arroja una difícil gobernabilidad), sí puede elaborarse un diagnóstico sobre su sociedad, de cara a conseguir acuerdos duraderos.

Para entender la situación actual, hay que partir de una hipótesis planteada por los politólogos Josep Maria Vallès e Ignacio Molina, en el sentido de que la sociedad catalana no estaría dividida en dos bloques, sino en tres. En primer lugar (con alrededor de un 45% de apoyo) estarían los independentistas, muy movilizados durante los últimos siete años y que han ganado apoyos tras recoger el descontento propiciado por la crisis de 2008 y la sentencia del Estatut, de 2010. Un segundo grupo estaría formado por los constitucionalistas (alrededor de un 30%), pasivos hasta hace pocos meses, pero que se han activado ante la primera vez que percibieron un riesgo de secesión, el pasado octubre. Su voto se concentrará, mayoritariamente, en Ciudadanos (tras percibir al PP como una estructura envejecida y corrupta).

Finalmente, con un apoyo que oscila entre el 20% y el 25%, estarían las opciones intermedias, que no comparten la vía independentista, pero que tampoco creen en el mantenimiento del statu quo. Del resultado que obtengan las fuerzas que encarnan esta posición (demandantes de un referéndum de autodeterminación pactado, como Catalunya en Comú o partidarios de indultar a los miembros del Govern cesado, en caso de ser condenados, como ha defendido el candidato del PSC, Miquel Iceta) puede depender que la sociedad catalana encuentre un terreno común, que facilite la cohesión perdida en los últimos tiempos. En todo caso, no parece que las urnas del día 21 vayan a solventar de inmediato un problema cuya solución se atisba a largo plazo.

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