«?Dama que quedaste, tan

buena como entraste».

Entremés del vizcaíno fingido (1615), de Miguel de Cervantes .

Me paso por el Ayuntamiento para ver qué hay de nuevo y me encuentro a la portavoz municipal y concejal de la cosa cultural, Patricia Macià. «¿Viene o no viene la Dama?», inquiero sin darle tiempo a reaccionar. «Vendrá, vendrá», asevera la edil. Pero habrá que esperar a enero de 2019, argumenta, cuando acabe la celebración del 150 aniversario del Museo Arqueológico Nacional, su casa en el exilio. Explica lo favorable que resultó la última reunión en Madrid con responsables del Ministerio y del MAN, tanto que casi quedan todos para ir a un karaoke. Incluso van a ayudar desde la capital a elaborar la propuesta museística con que arropar la visita, recalca, por si no quedaba clara la aparentemente buena predisposición. «Y si al final no viene, que vendrá, pero si al final no viene por lo que sea, que seguro que viene, aún así desarrollaremos el proyecto de mejora del MAHE», advierte. Uyuyuy... En esas que aparece el alcalde y ratifica la mayor. «Vendrá, la Dama vendrá», sentencia Carlos González. Asegura que a quienes deben aprobar el viaje ?de momento, de ida y vuelta? se les ha ablandado corazón de piedra caliza, y que han encontrado más comprensión y cariño hacia la acendrada reivindicación ilicitana. Nos quedamos más tranquilos. Sobre todo sabiendo que la fecha apuntada cae de lleno en vísperas electorales ?y eventualmente en plenos comicios municipales y autonómicos?, con lo que todo el mundo se empleará a fondo para sacar el mayor rédito político del asunto, ya sea el gobierno local, el autonómico o el central, y hasta el provincial, que no va a ser menos.

En el museo de la calle Serrano han retirado ya la hormiga invasora y, tras rechazar Pablo Motos el ofrecimiento para incorporarla a su equipo televisivo, fue convenientemente realojada en un hormiguero del Retiro. Allí, como cabía esperar, fue recibida como una auténtica «celebrity» y llamada inmediatamente a participar en el programa «Termita de Luxe» junto a la turística edil ilicitana Mireia Mollà. Tras la extracción insectiva la urna quedó convenientemente sellada, aunque cuenta un espía escondido tras la Dama de Baza que tuvo que abrirse de nuevo el acristalamiento hermético al comprobar una visitante que los de mantenimiento se habían dejado olvidado un destornillador en el hueco trasero de la efigie íbera. Tras lo cual, los responsables de la institución han reiterado, por si no les quedó claro al alcalde y la edil, que donde mejor está la Dama de Elche es en el MAN, y que si sale de allí, que no está claro que salga, será para volver. Una advertencia que no ha rebajado un ápice el entusiasmo municipal. Eso está bien y dice mucho de la perseverancia ?en unas cosas más que en otras? de nuestros gobernantes. Aunque no sé yo si seguirán tan predispuestos en Madrid si llegan a ver el trato dispensado a nuestra egregia embajadora en el vídeo de los presupuestos participativos?

Abundando en el tema damero, hay que resaltar que gracias a la actualización del apartado de viajes y gastos del portal municipal de transparencia ?que llevaba todo lo que va de año con muy poca movilidad sostenible, ni siquiera en bici? nos hemos enterado de que tan estupenda gestión de nuestros munícipes en la capital del Reino tan solo ha costado a las arcas municipales 425,75 euros. Ojo: viajes de ida y vuelta en AVE a Madrid, dietas y manutención para tres personas. Austeridad a tope. Aunque esto no es nada nuevo. Si no, que se lo pregunten a los exmiembros del gobierno de Mercedes Alonso. En cierta ocasión llegó a plantear que la comitiva municipal viajara a la feria de calzado de Madrid en una furgoneta del departamento municipal de Parques y Jardines. Finalmente hubo alguna baja y pudieron desplazarse en coche -aunque, eso sí, un poco apretados-. Y además se ahorraron la comida: se atiborraron de jamón recién cortado en un estand ilicitano. Claro que la inmarcesible portavoz popular tuvo un buen maestro en estas lides austeras: Diego Macià, la frugalidad personificada. Su sucesor, Alejandro Soler, renacido adalid de las puras esencias socialistas, en cambio, fue tachado por la oposición de derrochador. A lo que él replicaba que cuando viajaba en avión lo hacía en clase turista mientras había alcaldes que iban en primera. Era otra austeridad; digamos postmoderna.

Salgo del Ayuntamiento más reconfortado, reflexionando sobre la transparencia del gasto público y su incidencia en el arte íbero, y me doy de bruces con la chapa que rodea las nuevas catas -¿primeras de la segunda fase? ¿terceras de la primera?? del entorno del Mercado Central. De momento parece que lo más relevante ha sido la rotura de una conducción de agua potable, datada según los primeros estudios arqueológicos en la segunda mitad del siglo XX. Hay quienes piden que el vallado sea transparente, en concordancia con el espíritu del tripartito gobernante. Lo reclaman sin reparar en el hecho de que tal cerramiento ondulado está en sintonía artístico-arquitectónica con la sinuosa uralita que cubre el edificio de abastos (racionalista, según quedamos) y la no menos ondeante techumbre «provisional» de los baños árabes. Todo tiene su explicación y su porqué, y quien no tenga sensibilidad para entender estas cosas, mejor que se calle. En fin, nos mantendremos atentos por si aflora alguna tubería más de época íbera y se aprovecha para la exposición de la Dama. Que nadie se extrañe si continúan horadando calles hasta llegar a Santa María. Eso o que le pregunten a la compromisaria Mollà, que dice tener la solución a este embrollo, pero no se lo han preguntado. Pues eso.