El clonazepam es una medicación que suele prescribirse para disminuir y combatir trastornos ocasionados por la ansiedad y la depresión. Generalmente se emplea ante la presencia de síndromes fóbicos, ataques de pánico y desórdenes obsesivos-compulsivos. Pertenece al grupo de las benzodiazepinas y actúa sobre el sistema nervioso central, con propiedades ansiolíticas, anticonvulsionantes, miorrelajantes, sedantes, hipnóticas y estabilizadoras del estado de ánimo. Puede causar el olvido temporal de episodios vividos. También puede ser adictivo y producir alta tolerancia, es decir, la necesidad de aumentar progresivamente la dosis para alcanzar los mismos efectos. Del mismo modo que en los 90 la medicación fetiche preferida por los usuarios de este tipo de ansiolíticos era el Prozac, en la actualidad es el clonazepam, cuyos exponentes en el mercado son el Rivotril, Ravotril o Clonex, entre otros.Pero lo cierto es que los efectos secundarios de este tipo de medicamentos pueden llegar a ser realmente terribles. En este sentido, la escritora boliviana Liliana Colanzi, describió minuciosamente su adicción a los ansiolíticos, y los efectos que le supuso el síndrome de abstinencia cuando se propuso abandonar su consumo: «Al vómito y los temblores se le sumó una intensa paranoia, un miedo irracional a la gente y a ciertos objetos. Me aterrorizaba quedarme sola, pero la idea de verme rodeada de gente me daba pánico. Cuando me duchaba creía que la ducha estaba viva y quería matarme de una descarga eléctrica. Rehuía la luz del sol porque me lastimaba los ojos. No podía comer: todo lo que me llevaba a la boca tenía el sabor metálico de la sangre».De igual manera, para muchas personas, el uso de ansiolíticos es el único modo de afrontar el día a día. Pensemos que el adicto a los ansiolíticos no busca un subidón ni una revelación, ni sexo ni placer; sencillamente necesita las pastillas para no convulsionar. No se trata de un problema de voluntad sino de supervivencia. Según la propia opinión de ciertos consumidores: «Asumimos que la realidad es demasiado amenazadora como para afrontarla sin recurrir a la piedad química», «Lo utilizo cuando sé que tengo que tomar un ascensor, cuando voy a viajar en carretera, si tengo una reunión importante y, por supuesto, para dormir. Nunca duermo sin tomar alprazolam».La recomendación para aquellas personas que sientan que pueden estar desarrollando una adicción a este tipo de sustancias es consultar a un psiquiatra que pueda recetarle otros medicamentos sustitutivos que no produzcan adicción. Muchos lectores han encontrado estrategias realmente eficaces en el sitio web británico, The Ashton Manual, y en foros virtuales como benzobuddies.com, donde otros adictos a los tranquilizantes ofrecen consejos a partir de sus propias experiencias.