Si mal está que el alcalde doblemente investigado permanezca en su cargo después de haber jurado que en situación tal actuaría conforme a la palabra dada, peor es que la ciudad esté entregada al capricho, las rencillas y los ajustes de cuentas del referido y quien es todavía vicealcalde, Pavón. Guanyar, que ha intentado resistirse a abandonar el poder poniendo fechas y condiciones al cumplimiento de condiciones que sabía imposibles, no va a marcharse sin dejar su impronta, su ansia prohibicionista, eufemísticamente llamada libertad en nombre del pueblo y, de paso y fundamentalmente, dar a Echávarri una bofetada en nuestra cara, la de los ciudadanos. Ambos, alcalde y vicealcalde, convencidos de que la calle es suya emulando a Fraga, no dudan en imponer sus instintos aunque caigan a la par empresas, ingresos irrenunciables o puestos de trabajo. No vinieron a administrar, sino a mandar y bien lo han demostrado en estos dos años cuya memoria permanecerá perenne en el recuerdo de los alicantinos, que difícilmente volverán a apostar por pactos llamados irónicamente de progreso.

Y así, en los pocos días que va a durar el interregno entre el abandono de Compromís y la salida anunciada de Guanyar, cada uno de los vigentes mandatarios ha optado por desahogarse imponiendo sus irrenunciables postulados. Pavón, al que a Dios gracias no se ha permitido campar por sus respetos, ataca el puerto, en un postrero ejercicio de autoridad anteriormente ejercido en veladores, negocios de hostelería y cualquier actividad lucrativa privada, pues sus convicciones le impiden aceptar el capitalismo y el libre mercado, ni siquiera regulado, como sucede en una Europa siempre caracterizada por una combinación de libertad y control público. Y se va, eso sí, sin ninguna propuesta en un nuevo PGOU, de modo que a día de hoy sabemos todos lo que Guanyar no quiere en materia urbanística, pero no lo que quiere. Tras tanta oposición a todo se esperaba una propuesta concreta, pues quien se opone a lo que se ofrece es porque tiene una alternativa con la que comparar lo que se rechaza. No parece, sin embargo, que existiera propuesta alguna. Pavón era como el perro del hortelano y ni ha hecho ni ha dejado hacer. Nada le gusta y su visión sombría del mundo le inhabilita para representar a ese mundo que tanto detesta.

El alcalde, aprovechando la marcha anunciada de Marisol Moreno, ha dado su visto bueno a las corridas de toros, hecho éste que carece de mayor trascendencia dada la mayoritaria opinión de la ciudadanía a su aceptación, como lo acredita la masiva asistencia a los festejos y la escasa concurrencia a los actos de desagravio. En esa materia, como en tantas otras, no ha calado la nueva moral y lo políticamente correcto ha sido desechado por la gente corriente. La concejal animalista será echada de menos, pues nos ha proporcionado momentos imborrables con sus propuestas sobre las palomas y demás bichos vivientes que, por su esplendorosa ridiculez, han colmado los espíritus más festivos, burlones y dicharacheros. Una lástima, porque prometía alborozo entre tanta mirada torva.

Y mientras todo esto sucede ante nuestras miradas atónitas y descubrimos que no somos nada en esta pugna, la ciudad está paralizada sin que quepa esperar que se despierte del letargo y a la espera de sorpresas que pueden ser de hondo calado en los próximos días. Un gobierno de seis concejales de veintinueve, acumulando competencias cada cual en materias dispares y sometiéndose a una oposición que no se espera pacífica, no puede ser el precio a pagar por la resistencia numantina de un alcalde vencido, cuya derrota solo él no ve irremediable. Mal final para un errático ejercicio del cargo. Y es que no podía ser de otra manera y algo similar sucede en todos los lugares en los que se coaligan tirios y troyanos solo vinculados por el mando en plaza. El poder une, pero no tanto cuando los egos se enfrentan y los programas se supeditan a los personajes. Toda esperanza era imposible uniendo lo diferente cuando lo diferente se basa en las personalidades enfrentadas de quienes son irreconciliables por su carácter o falta del mismo, que suele coincidir en muchos casos. Hay buenos concejales en esta corporación, en el equipo de gobierno y en la oposición, pero la mezcla de partituras ha dado lugar a una sinfonía desafinada en la cual no han sido los mejores tenores los destacados. No había posibilidad alguna de que la cosa terminara de otra forma y todos lo sabíamos, incluso ellos, antes de empezar esta andadura. Pero, acabarla con el drama de un alcalde doblemente investigado y aferrado al cargo contra la palabra dada y escrita y un vicealcalde escapando y dejando huella por dañar a su ahora y siempre adversario, aunque aliado, es demasiado para la imagen de esta ciudad. Compromís lo vio claro y ha salido sin hacer ruido, con cierta elegancia y sin provocar más daño del debido. Los demás esperan a que todo concluya en la hoguera de las vanidades de quienes se consumen sin darse cuenta de que ya son pasado y mal recuerdo.