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Teatro crítica

Armas de fogueo

¿No se invierte más porque a la industria no le interesa? ¿Será la crónica del final de los dentistas?

Hay personas con bacterias en la boca que pueden aniquilar a las que producen caries, según un joven biólogo de aquí. Un escudo protector, patentado, para introducirlo como prebiótico en yogures, chicles, pasta de dientes, enjuagues o complemento alimenticio. ¿No se invierte más porque a la industria no le interesa? ¿Será la crónica del final de los dentistas? La opinión de este sector, sin embargo, parece favorable a la hora de coordinar esfuerzos. Así las cosas, la realidad y la ficción se funden, y Juan Luis Mira escribió una novela con el título de su posterior obra de teatro, Caries, vista el viernes en el Arniches de Alicante, dentro de la XXV Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos, que le toma el pulso a las nuevas dramaturgias. No consiste en una adaptación, aunque la idea esencial sea la misma que la del relato novelístico. El estilizado espacio acoge a tres personajes (dos principalmente) con la cómica conflictividad que las escenas desgranan a partir del secuestro en la suite de un hotel, durante un congreso que se vislumbra a través de la intérprete de polaco. El supuesto limpiador es el científico, provisto de pistola, que sorprende en paños menores al director financiero de una multinacional farmacéutica. El investigador busca resarcirse del rechazo a su descubrimiento, y el choque y las argucias, con ocultaciones, disimulos y la música burlesca de Mira y Enrique Pedrón, circulan en esta comedia con balas de fogueo en lo que se refiere al arma y a la realización teatral de este tema de interés. La inverosimilitud no adquiere toda la verosimilitud necesaria. Y la cuestión de fondo se difumina por momentos, pese al ritmo sostenido, que imprime la dirección de Pascual Carbonell, y a que los pasajes de Juan Luis Mira mantienen la simple situación a lo largo de 80 minutos. La desigual interpretación de Ernesto Pastor y Juansa Lloret, el nervioso secuestrador y el otro sujeto, alienta los forzados líos a los que se une Arantxa González con un sexy y tópico talante que conduce hacia el sentimentalismo. En fin. Las uñas de quienes tienen a la clientela atrapada en su red de intereses económicos, como sucede en Un enemigo del pueblo, de Ibsen.

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