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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

Marzà y los «no lugares»

Cuando Vicent Marzà presentó la campaña institucional que durante año y medio, hasta las puertas de las elecciones, va a impulsar su Conselleria para la promoción del valenciano, me llegó al alma una de las ideas que expresó abierto en canal. Le dolía que la lengua valenciana no se escuchara en los centros comerciales. Su intención era que con el impulso de esta campaña dotada con 2,3 millones de euros se revirtiera la situación. Conquistando también estos territorios.

Me pareció realmente curioso. Desde su llegada a nuestras vidas, los centros comerciales han sido el ejemplo más cercano que hemos tenido de asistir, cohabitar y pertenecer a eso que los teóricos llaman «no lugares». En cierto modo, es comprensible que al conseller Marzà le preocupe el «no uso» del valenciano en estos territorios. Sin ir más lejos, por el más visitado de la ciudad de Alicante pasan cada viernes y cada sábado más de 30.000 personas, que no son cualquier cosa.

Pero cuando digo que me llegó al alma ese «quejío» de Marzà me refiero, precisamente, a que expresase en voz alta su deseo de conquistar territorios tan acotados, tan impersonales, mientras se le está escapando crudo el uso de la lengua valenciana en los lugares más emblemáticos. Me explico. Los centros comerciales son clónicos, de manera que una vez dentro de ellos tanto da estar en Marbella, San Sebastián de los Reyes, Vigo o Sabadell. Son decorados repetidos. Islotes artificiales. Lo expresa muy bien la definición: «no lugares». Recuerdo una mesa redonda con arquitectos en la UIMP de Santander en donde planteaban si un centro comercial eran espacios públicos. No, en absoluto, coincidieron. Público es un parque, una plaza, pública es una Casa de Cultura.

Por eso me chocaron tanto las palabras de Marzà. En parte, tan ingenuos. Mientras el uso del valenciano sigue siendo una rareza en La Rambla y la Explanada, en los Bancos y en los bancos, en los corrillos de las calles y las terrazas, él echa de menos escucharlo en los centros comerciales. ¿Acaso pretenderá que al menos se escuchen en la megafonía de los locales, aunque haya que pagarles por ello? Sigo diciendo lo mismo que el día de su nombramiento público. «Con la cara de buena persona que tiene y en menudo berenjenal se va a meter. Y nos quiere meter». Llegado el momento, él se irá por donde ha venido, el panorama seguirá siendo el que es, y eso sí, Marzà seguirá habitando en su mundo ideal. Igual que hacen los que piensan como él. Tan alejados de la realidad. Porque no hay más ciego que el que no quiere ver.

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