La deriva secesionista, el golpe de Estado que están dando a plazos Puigdemont, Junqueras y sus socios anti-sistema de las CUP, han logrado devolver a nuestra ciudad la sede del quinto banco de España, tras la desaparición de la CAM hace ya seis años. Oliu y su consejo de administración han decidido abandonar a los sediciosos gobernantes de la Generalidad para buscar refugio en Alicante, buscando proteger los intereses de sus clientes y empleados. De esta manera se ponen bajo la protección de los reguladores españoles, Banco de España y la CNMV, y el paraguas de la Comunidad Europea y su Banco Central. El dinero siempre busca estabilidad, y ante el anuncio de una declaración unilateral de independencia por parte de los separatistas, y la agitación callejera que en estos días domina la mayoría de las poblaciones catalanas, auspiciada por los mismos golpistas, no ha tardado más de tres días en abandonar la Comunidad Autónoma asaltada por los golpistas y buscar cobijo en la ciudad que le vio nacer como banco importante tras la compra de la extinta caja alicantina.

De nuevo, en Alicante, como venía siendo habitual durante años desde hace medio siglo, una entidad financiera de prestigio, marcará sus destinos y estrategia competitiva desde los despachos sitos en Óscar Esplá de nuestra ciudad. La importancia y el beneficio para la capital, su provincia y la misma Comunidad Valenciana, son indudables y de la mayor relevancia. El hecho en sí mismo ya ha servido para que las acciones del Sabadell hayan subido como la espuma al saberse la decisión tomada por el consejo de administración en la ciudad vallesana.

Es un golpe en la línea de flotación de los sediciosos, que tras la farsa de referéndum y el bochornoso espectáculo del que fuimos testigos todos en una consulta ilegal en la que las urnas venían ya llenas de papeletas y en las que se podía introducir votos las veces que uno quisiera, torpedea la posible intentona de hacerse también con los recursos económicos, indispensables para su quimérica fundación de una república catalana. No pondrán sus manos en los dineros que los españoles tienen depositados en las entidades con sede en Cataluña, pues Caixabank también medita volar hacia Palma de Mallorca. Las expropiaciones típicas del régimen chavista que veíamos en directo llevar a cabo al finado presidente venezolano, no podrán realizarse con el Sabadell, guarecido en las seguras calles alicantinas y en la administración española y europea.

No hay mal que por bien no venga. Una excelente noticia en unos días que, si no trágicos, son, sin duda, junto a los vividos el 23 de febrero de 1981, los de mayor crisis institucional de nuestra democracia, en la que el Estado de Derecho viene siendo burlado por unos gobernantes felones que han impulsado una fractura social de difícil cosido. Es, pues, una sonrisa que se abre paso entre la tristeza y el temor que venimos acumulando desde los primeros días del pasado mes de septiembre en los que se aprobaron, saltándose todas las reglas democráticas, las leyes de referéndum y transitoriedad en el parlamento catalán, haciendo caso omiso al Tribunal Constitucional.