Después del homenaje que me hicieron el 12 de mayo todos los estamentos ilicitanos: políticos, intelectuales, docentes, periodistas, artistas, antiguos alumnos, y ciudadanos en general representados por nuestro alcalde Carlos González y a los que quiero agradecer tal deferencia, no es de extrañar que sienta la necesidad de expresar mis deseos de mejorar esta ciudad porque ya la siento mía exponiendo, aunque resulte inconveniente, algunos aspectos negativos de ese tema tan candente durante los últimos tiempos que se llama patrimonio.

Me duele ver el abandono en que se encuentran algunas de nuestras señas de identidad. Cuando uno ama un lugar no debe obviar hablar de sus carencias o defectos, la crítica puede ayudar a rectificar y a solucionar las sombras que oscurecen la imagen de nuestra población mejorando su silueta. Por esta razón, como ilicitana de hecho y de derecho que ahora me siento, voy a exponer algunos perfiles que me preocupan y que me encantaría que el equipo de gobierno tratara de solucionar.

Últimamente se ha hablado mucho de «patrimonio». La problemática del Mercado ha hecho presente el tema del patrimonio arqueológico que, en nuestra ciudad, es de sumo interés porque nuestro subsuelo está poblado de restos de culturas milenarias que habitaron por estos pagos tanto en la zona urbana como en el campo. Pero no voy a hablar de lo que todos conocen: la Villa Murada, La Alcudia, La dama? del patrimonio que hoy quiero hablar y sobre el que pretendo atraer la atención de los ilicitano es aquel que se encuentra en el campo, el medioambiental. No existe duda alguna que tanto el gobierno municipal como todos sus ciudadanos están concienciados de que hay que proteger el Palmeral, existen entidades dedicadas a esta labor: «Salvem el Palmeral» No ocurre lo mismo con otros aspectos de la cultura medioambiental como son: el hábitat, las ermitas o el patrimonio arqueológico. Hoy quiero recordar ese patrimonio ilicitano tan nuestro y que, tal vez, muchos ciudadanos nacidos en Elche desconocen.

Posteriormente, tras el paso de los siglos y de la muy nombrada cultura ibérica, con la centuriación (sistema de distribución de lotes de tierras que repartieron los romanos entre los nuevos colonos) se incrementaron los asentamientos de población creando núcleos habitados que posteriormente fueron potenciados por los visigodos y los musulmanes.

Por estas razones, es habitual encontrar numerosos restos arqueológicos dispersos por todo el término ilicitano. La falta de una ley de protección así como la falta de información a los propietarios de estos terrenos que temen verse expropiados de sus propiedades, da como resultado que nuestro patrimonio arqueológico se encuentre en una situación bien precaria.

La Villa de Algorós es un ejemplo de la evidente riqueza que esconde nuestro subsuelo, es una villa olvidada desde hace más de 150 años que está oculta bajo la tierra. El hecho de pertenecer a Aasadila, Asociación de amigos de La Alcudia, me ha dado la posibilidad de conocer y patear muchos de los enclaves arqueológicos de nuestro territorio. ¿Cuándo se va a poner en marcha la ley de protección del patrimonio histórico español?

2. Las ermitas.

3. Viviendas tradicionales del campo. Otro tema que no se debe olvidar es el de las casas o viviendas tradicionales que surgen durante el siglo XIX y principios del XX. Casas que pueden ser bien señoriales, bien agrícolas, que hoy en día se encuentran en condiciones penosas o están semiderruidas. Las viviendas agrícolas son una muestra de la arquitectura popular local, donde es común encontrar el uso de la palmera como elemento de trabazón o de soporte en las construcciones.

Las casas señoriales, en su mayoría de estilo modernista, se construyeron entre finales del siglo XIX y principios del XX. Para ver muestras de este tipo de construcción vayan por la carretera de las Bayas o visiten la masía de Coves o la torre de San Matías en Asprilla.

Aún recuerdo una casa preciosa: Villa Carmen, que estaba al comienzo de la carretera de Santa Pola pintada en rojo. Era una belleza. En las paredes de mi casa hay colgado un óleo con una reproducción de dicha mansión.

Era una construcción típicamente autóctona, con la torreta tan identificativa ilicitana. Lástima que se perdiera una muestra patrimonial tan nuestra, no consintamos que se pierdan más. Son nuestras señas de identidad y si las borramos seremos olvidados.

(Agradezco a la Fundación L´Alcúdia la información técnica que me ha aportado).