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Javier Mondéjar.

El indignado burgués

Javier Mondéjar

Populismos, populachos y tasa de turismo

Los populismos se desarrollan porque conectan con los más bajos instintos de la gente y nunca van en contra de las corrientes de opinión, sino que las crean por una parte y las exacerban cuando ya existe una idea embrionaria. Analicen cualquiera de las que están de moda: desde la xenofobia al «A por ellos, oé» de las despedidas a la Guardia Civil para ver que hay muchos que no quieren complicarse la vida con pensamientos complejos y ceden su esfuerzo en beneficio de la satisfacción inmediata, exactamente igual que yo cuando compro en «Todocolección» un artefacto que se me ha antojado.

Justamente lo mismo está pasando con el turismo y sus molestias para la parte de la población que considera que son la peste del siglo XXI. Si se fijan tiene todas las características de la xenofobia, aliñadas con unas gotas de superioridad moral: «vaya pintas» y algunas de inferioridad: «estos tíos aquí pasándolo de pm mientras yo me levanto a las siete para currar». De paso se ha filtrado la idea de que del turismo viven cuatro hoteleros y tres restauradores y que el resto sufrimos para que ellos se lo lleven crudo, lo que es una filosofía simplista pero, a la par, efectiva.

Un autobús descargando turistas y bloqueándonos el carril o una manada que se cruza con nosotros en una calle estrecha nos dan la excusa suficiente para abominar de este invento decimonónico que se popularizó con los vuelos baratos, ya no te digo nada si vives en una zona céntrica y tienes que soportar voces, cánticos regionales y borracheras. Tampoco es nada nuevo: he leído crónicas del XIX en las que ponían como hoja de perejil al perdido británico que tras mil penalidades llegaba a Granada y los venecianos llevan trescientos años quejándose de que su ciudad ha sido colonizada y los visitantes tienen la culpa de que cada vez esté más hundida y que, también cada vez, haya menos habitantes, porque huyen como ratas de las aglomeraciones y los alquileres imposibles.

No es de extrañar entonces que los recaudadores profesionales -sí, los políticos, cualquier político- esbocen una sonrisa de oreja a oreja cuando ven la posibilidad de cobrar una tasa turística que es fácil, cómoda y seguramente «popular». Es verdad que ya existe en muchas partes del Mundo y no pasa nada, el turista no deja de ir a París o a visitar la Acrópolis o las Pirámides porque se le cobre una pequeña propina en forma de tasa. Pero, claro, siguiendo con el ejemplo, Denia no es Nueva York.

Normalmente cuando vas por ahí ni te enteras de que has pagado o dejado de pagar, pero los tour operadores que sí están al loro son vigilantes de sus márgenes y tienen la potestad de dirigir a los turistas a unas u otras zonas, porque evidentemente no todos tienen tomada la decisión de viajar a Benidorm y si no van a Benidorm se quedan en casa. Esto no funciona así, si no van a Benidorm se irán a cualquier otra ciudad equivalente, de tal forma que una tasa, por pequeña que sea, influye muy directamente en el número de turistas que va a venir a ocupar hoteles, restaurantes, apartamentos, bares, etcétera.

Si es usted un ciudadano que cree que no vive del turismo puede perfectamente concluir que mejor, que vengan menos, que cuanto menos bulto más claridad y que la calle es suya, igual que era de Fraga en el 76. Lo que no me creo es que viva en la provincia de Alicante y que un porcentaje de su salario no provenga directa o indirectamente del turismo. Es posible, no lo pongo en duda, pero será un caso muy especial o tendrá dinero para aburrir de herencias antiguas procedentes de barcos esclavistas o de tíos de América, otra cosa no me cuadra con los doce millones de turistas que recibimos el último año. Me recuerda la frase de Eugenio D´Ors que decía que «En Madrid, a las siete de la tarde, o das una conferencia o te la dan».

Pero vamos, con lo que me parto de risa es con la coartada de la medida: se hace para que la tasa revierta al turismo para mejoras en infraestructuras municipales, limpieza y tal y tal. ¿De verdad creen posible que con la carencia de recursos que tiene la Generalitat Valenciana se vaya a crear una tasa turística finalista? Pues evidentemente no se lo cree nadie y mucho menos el sector turístico que ve en este impuesto un incremento del afán recaudatorio, aprovechando el hecho de que no es fácil que los ciudadanos vayan a protestar por la tasa y que si se les preguntara opinión seguramente un porcentaje amplio jalearía la medida.

Es curioso que ahora mismo no haya nada tan impopular como el turismo cuando todos somos en un momento u otro turistas y cuando además en España vivimos de esto. Bueno, hay cosas más impopulares, pero prefiero callarme hoy lo que estará pasando en el norte, más allá de la frontera de Vinaroz.

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