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Opinión

Pere Rostoll

Visibilidad

Ya lo ha conseguido. Llevaba Podemos algo más de dos años buscando visibilidad. Y ya la tiene. En su momento, cuando se produjo el cambio político en el Consell en 2015, Pablo Iglesias jugaba desde Madrid a otra cosa y a la sucursal valenciana de los morados no le quedó otra que apartarse de la gestión de la Generalitat. Eso dejaba a Antonio Montiel, entonces líder del partido en la Comunidad, en una posición muy complicada. Ni rentabilizaba las decisiones del nuevo gobierno surgido del Acord del Botànic ni tampoco podía ejercer de oposición. «Poco más o menos, todo el mundo daba por hecho que teníamos que aprobar lo que nos ponían encima de la mesa el PSPV y Compromís sin rechistar», definía de forma gráfica la situación un dirigente morado hace unos días. Cuando el alicantino Antonio Estañ llegó el pasado mes de mayo a la cúpula de Podemos, su misión era dar un giro total y absoluto al discurso para salir de la irrelevancia y tratar de jugarle la partida a Mónica Oltra. En su estreno como síndic parlamentario, Estañ cuadró el círculo. Fue el único que puso al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, en un verdadero aprieto con su propuesta respaldada por Compromís para implantar una tasa turística al estilo de Baleares o Cataluña. Una medida que, además, pone como condición para aprobar los presupuestos de la Generalitat de 2018, un trámite para el que el voto de Podemos en las Cortes es imprescindible. Desde entonces, los morados ya tienen esa visibilidad que querían. Están en el centro del debate. En la parte central del tablero. Ocurre que en política una cosa es tener visibilidad y otra, muy diferente, es usarla en beneficio de todos. Y lo único que ha hecho Podemos es darle munición al PP. Ni más ni menos.

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