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Juan José Millas

Tierra de nadie

Juan José Millás

Nos tememos lo peor

España es una nación casada consigo misma, no sabemos si por amor o por conveniencia. Forma, ella sola, un matrimonio antiguo cuyos cónyuges, al sonar el despertador, intercambian un gruñido en vez de darse los buenos días. España suele levantase de mal humor, a veces de un humor de perros, y en esas estamos. Esto de vivir en pareja con uno mismo puede parecer raro, pero conozco a varios solteros en tal situación. Teóricamente, una de las ventajas de estar solo es que no puedes enfadarte con las manías de tu pareja, pero en la práctica hay quien se enfada con las propias.

- ¡Ya he vuelto a dejarme abierta la tapa del retrete!

Si colocáramos una cámara en la casa de un soltero, nos sorprenderían las maldiciones que suelta al ver el tubo de la pasta de dientes aplastado por la mitad, aunque lo haya aplastado él. La convivencia con uno mismo es muy difícil, tienes que ser tolerante con singularidades de las que no eres consciente del todo. Y conocer bien tus gustos. No todo el mundo conoce bien sus gustos, entre otras cosas porque se encuentra mejor en el disgusto. El disgusto protege del desencanto.

- Me temo lo peor.

Tal es la frase favorita del soltero emparejado consigo mismo. Se estropea la nevera, por ejemplo.

- Me temo lo peor - masculla entre dientes.

Lo peor es que no tenga arreglo cuando ni siquiera ha terminado de pagarla. España se levanta estos días temiéndose lo peor. No importa la emisora de radio o de televisión que pongas: todos los analistas se temen lo peor. En el mercado de la salud, hay terapias familiares para uno solo porque hay solteros que en el diván hablan por siete. En cambio, algunas familias numerosas enmudecen frente al psicoanalista. España lleva psicoanalizándose toda la vida con resultados más bien pobres. No hay más que ver lo poco que le duran los periodos de estabilidad. El problema es que España no es una, son muchas, todas ellas casadas consigo mismas, un poco ensimismadas y bastante hartas de sus propias rarezas.

O sea, que nos tememos lo peor.

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