Cuando la limpieza de una ciudad se convierte en un problema político se están anteponiendo los intereses partidistas a las necesidades de las personas. Y esto es lo que está pasando en Alicante, a la vista de la deriva que ha tomado en los últimos días este tema para el grupo municipal de Guanyar, la marca blanca de EU en el Ayuntamiento, al provocar la defenestración del concejal Víctor Domínguez, que se vio obligado a dejar sus competencias en Limpieza para ser absorbidas por el ya saturado y plenipotenciario vicealcalde, Miguel Ángel Pavón, portavoz de la formación y concejal también en materias tan sustantivas como Urbanismo (en pleno trabajo de revisión de un laborioso PGOU), Imagen Urbana (teniendo entre manos la elaboración y aprobación del catálogo de protecciones, adscrito a Urbanismo, que no acaba de salir adelante), Vías Públicas (con todo el proceso de ordenación de terrazas y veladores), así como la Conservación de Inmuebles (algo tan relevante en una ciudad que ha esquilmado su patrimonio urbano). A todo ello se suma ahora la gigantesca responsabilidad de que la ciudad esté limpia, que la contrata de limpieza cumpla sus cometidos correctamente y los trabajadores abandonen sus movilizaciones y huelgas: total, nada.

Para un artefacto electoral como Guanyar Alacant, que llegó al Ayuntamiento con la promesa de transformaciones espectaculares mediante más transparencia, mayor participación y una nueva forma de hacer las cosas distinta a la de los partidos tradicionales, el forzado cese en parte de sus competencias de Víctor Domínguez ha vuelto a poner a esta fuerza ante el espejo de su amarga realidad, al convertirla en un problema político, tanto por las formas poco democráticas que se han utilizado, como por los verdaderos motivos que subyacen en la decisión. Pavón y los dirigentes de EU que impulsaron Guanyar repitieron una y otra vez que la participación era el eje transversal su nuevo proyecto político mediante «la intervención activa de todos los componentes de la organización en las decisiones municipales y la participación real de los vecinos en la gestión diaria». Hermosas palabras de las que nunca más se supo y que en el caso del cese palaciego de Domínguez en Limpieza parecen todo un sarcasmo. ¿Qué papel han desempeñado las cada vez menos personas que quedan en Guanyar en la decisión de quitar las competencias de Limpieza a Domínguez y pasárselas a Pavón? Ninguna, como tampoco juegan ningún otro papel en decisiones políticas sustantivas de la organización, y para que nadie pueda reclamar nada, han anulado la página web que tenía esta fuerza donde estaban colgados documentos políticos que se decía que eran públicos, como el código ético que firmaron todos sus concejales.

Se sabe que en el centro nervioso del binomio EU/Guanyar disgustaba que Víctor Domínguez no viera razones objetivas para rescindir unilateralmente el contrato con la UTE concesionaria, al tiempo que, como sindicalista, veía con inquietud la huelga de sus trabajadores y dejaba abierta la opción de apoyar la propuesta de ampliar económicamente los servicios de limpieza municipales, como defienden sus socios de gobierno, PSOE y Compromís. Por cierto, lo mismo que han hecho otros ayuntamientos de izquierdas, como Madrid, de Manuela Carmena, sin ir más lejos. Y por si todo ello fuera poco, días antes de que se produjera el cese de Domínguez, la principal asesora de Pavón se atrevió a difundir en las redes sociales un mensaje en el que afirmaba que podrían rescindir la contrata de limpieza pronto, sin que fuera desautorizada por su jefe. Unas formas y maneras muy distintas de las que ha demostrado el concejal Víctor Domínguez, que es, con diferencia, el más preparado en su grupo municipal, alguien que se ha ganado el aprecio de muchas personas por su respeto y disponibilidad, tan poco frecuente entre sus compañeros.

Y tras asumir Pavón estas nuevas competencias, no se hizo esperar su primera y gran propuesta para mejorar la limpieza en las calles de Alicante, aumentar los servicios prestados y acabar con la huelga que mantienen los trabajadores: pedir a las empresas adjudicatarias del servicio que renuncien a parte de su beneficio industrial. Una ocurrencia tan insólita como disparatada que demuestra los niveles de improvisación y mesianismo que se están manejando por parte de algunas personas en el Ayuntamiento. ¿Qué ciudad, en España o en el mundo, ha solucionado sus problemas de limpieza y suciedad con una propuesta similar? Ninguna. ¿Y en qué página del programa municipal de Guanyar Alacant con el que concurrió a las elecciones municipales se recoge esta idea? En ninguna, dejando con ello al desnudo la debilidad de un proyecto político que, como un azucarillo, ha ido disolviendo con el paso de los meses buena parte de sus promesas hasta convertirlas en un sarcasmo.

En el magnífico libro «Sobre la tiranía. Veinte lecciones que aprender del siglo XX», su autor, Timothy Snyder, sostiene con fuerza que «abandonar los hechos es abandonar la libertad». Cualquiera, con los datos y los hechos sobre la mesa, tiene que reconocer honestamente que Miguel Ángel Pavón tiene un problema político entre manos que se llama limpieza, cuya solución exige de inteligencia política y responsabilidad institucional, tan escasos hoy en día.

@carlosgomezgil