Ya sé que no es el momento más adecuado para realizar esta confesión pero el sentimiento de culpa no me deja dormir. Cuando viajo suelo utilizar la plataforma Airbnb. Lo digo mitad avergonzado y mitad liberado de esa pesada carga de culpabilidad. De hecho, hace un par de semanas estuvimos en Francia y nos alojamos en un par de casas airbienbineras. En mi descargo tengo que decir que no nos emborrachamos, no montamos escándalo alguno, no rompimos nada de las casas ni tampoco del mobiliario urbano de las ciudades visitadas. En definitiva, nos comportamos como personas civilizadas.

Debo reconocer que estábamos francamente asustados de ser identificados como airbienbineros. Así que como medida precautoria cuando colgábamos las fotos de nuestro viaje en internet, siempre escogíamos como escenario un hotel. No fuera alguien a identificarnos como usuarios de Airbnb y tener problemas serios con la justicia o sufrir el escarnio de Telecinco o de nuestros vecinos, quienes sí son unos señores de orden y se van de vacaciones a un hotel todoincluido. Como debe ser.

Sin duda debemos ser unas rara avis porque en los medios de comunicación solo aparecen noticias de invasiones bárbaras que desde sus bases de ataque de Airbnb se dedican a causar destrozos en las ciudades que saquean y desprestigian sin piedad y sin clemencia. Nosotros, por nuestra parte, almorzábamos en sus restaurantes. Comprábamos en sus tiendas. Y, por las noches, cenábamos en la casa los quesos, los panes, los vinos, y otras viandas compradas en los mercados locales. Las anfitrionas debían estar locas o sordas o ciegas pues, asombrosamente, parecían encantadas con nuestra visita y con el alquiler que pagamos. Para colmo, hasta los ayuntamientos parecían estar contentos pues abonábamos una pequeña tasa diaria por persona. Debe ser que France is different o son unos ingenuos, unos incautos. En definitiva, unos insensatos.

Si les soy sincero esta plaga de Airbnb, de la que me declaro culpable con dolo es para pensárselo y muy bien porque no parece que sea un proceso reversible. Hay millones de usuarios y de anfitriones repartidos por todo el mundo. Y tal vez, solo tal vez, la inmensa mayoría de esos usuarios sean simplemente pacíficos turistas que buscan nuevas formas de hacer turismo, en un alojamiento cómodo y no excesivamente caro. Pues pareciera que antes de Airbnb no había hooligans demenciados y borrachos haciendo el cabra por las calles o balconeándose por los hoteles de Magaluf.

Y en esta (¿atrevida? ¿anti- industriaturísticacorazóndelaeconomíaespañola?) idea de pensar en serio sobre el fenómeno Airbnb y plataformas similares, me planteo cuatro argumentos que, en realidad, no son más que espurias excusas para justificar mi comportamiento airbienbinero abyecto y absolutamente denostable por las autoridades pertinentes.

1.- El perfil heterogéneo del usuario de Airbnb. ¿Y si los media ofrecieran una imagen un tanto distorsionada del usuario de Airbnb y plataformas similares? ¿Somos todos los usuarios de estas plataformas turistas de borrachera? ¿O los medios de comunicación escogen aquellos comportamientos más llamativos, polémicos, y absolutamente condenables? Dicho de otra forma, ¿Se conoce este fenómeno? O ¿se está prejuzgando a partir de unos presupuestos ideológicos y unos intereses empresariales particulares?

2.- Los diferentes contextos turísticos. ¿Genera el mismo efecto Airbnb en Barcelona que en Torrevieja? ¿Tienen la misma capacidad de acogida ambas comunidades locales? ¿Las diferentes tramas urbanas, sus distintas historias turísticas? son los mismos en ambas ciudades? ¿Se puede aplicar al impacto socioeconómico de airbnb un mismo diagnóstico en contextos sociourbanísticos tan distintos?

3.- El inmenso e infrautilizado parque de viviendas. En los municipios de la Costa Blanca tenemos un porcentaje de segundas viviendas y viviendas vacías brutal. El anterior periodo de expansión inmobiliaria ha dejado un stock moribundo que podría encontrar en este de plataformas una salida al mercado. ¿Podría ser uno de los instrumentos para el cambio imprescindible en la economía de la Costa Blanca desde el modelo de la construcción al modelo de la residencialidad?

4.- La distribución del impacto socio-económico del modelo Airbnb comparado con otras fórmulas como el todoincluido. Antes de sentenciar hagamos cuentas. ¿Qué deja más dinero a la ciudad? ¿Qué formula reparte mejor el gasto del turista? ¿Qué es más socialmente redistributivo? Poco o nada saben quienes juzgan (o prejuzgan) el fenómeno Airbnb sobre su impacto en las economías familiares y locales. Más fácil es centrarse en los desmanes y en los casos casi delictivos (que los hay) y que, sin duda hay que erradicar a través de una regulación clara pero flexible.

Soy airbienbinero. Pido que se me aplique el principio de presunción de inocencia y que antes de demonizar y prejuzgar se conozca en mayor profundidad este fenómeno. La regulación no debe ser solo un mecanismo recaudatorio y limitante. Debería ser, en primer lugar, un instrumento para eliminar, minimizar o compensar sus impactos negativos pero, también, para maximizar los indudables beneficios que el fenómeno Airbnb puede dejar al conjunto de la sociedad.