Nadie le puede cuestionar al vicealcalde Miguel Ángel Pavón su capacidad de trabajo desde que dio al salto al Ayuntamiento, primero en la oposición y hoy al frente de una de las concejalías, Urbanismo, que más repercusión tiene en la actividad económica de una ciudad, Alicante, en la que, sin embargo, la sensación que se tiene desde hace años, y más desde el arranque del tripartito en 2015, es que mover un documento que pasa por Pavón puede costar lustros. No han pasado años, pero si nueve meses desde que una empresa presentó en la Concejalía de Urbanismo un proyecto para anunciar su intención de dar valor a la Casa Alberola transformando el emblemático edificio (ni hay que mover terrenos, ni expropiar nada, ni proteger ningún abejarruco endémico) en un hotel. Pues bien, desde diciembre de 2016 ni una respuesta y, claro, al final la mercantil, con hoteles en Murcia y Huelva, se ha hartado y ha puesto su inversión e intención de crear puestos de trabajo rumbo a otras zonas turísticas donde la Administración sea más receptiva. El silencio ante la propuesta es un argumento más para armar de razón a los detractores de Pavón, y cuestionar así la figura de un edil excesivamente celoso con todo lo que le rodea, que en Urbanismo es quizá demasiado, pero es lo que hay. Por si fuera poco y con la ciudad semiparada (entre documento y documento no arranca, por ejemplo, la urbanización que ocupó el Sidi en la Playa de San Juan donde la lista de espera para una vivienda multiplica ya por ocho a las intenciones de la promotora), Miguel Ángel Pavón es desde hoy también el responsable de la limpieza viaria tras apartar del cometido a su compañero Víctor Domínguez. Si Urbanismo le absorbe hasta el punto de que ni contesta a las iniciativas que se le presentan, qué va a pasar ahora en que el edil amplía sus competencias al «miura» de la limpieza. !Qué sabio es el refranero español!
