Los alardos de arcabucería son uno de los actos más característicos de nuestras tradiciones, sin los cuáles no se entenderían las fiestas de Moros y Cristianos. Partiendo de la base de que para celebrarlos hay que manipular un producto tan peligroso como la pólvora, es lógico que desde las autoridades competentes se apliquen controles y se ponga el acento en las medidas de seguridad. La nueva normativa, sin embargo, da la sensación que se ha pasado de frenada. La prueba más evidente es que la participación ha caído de forma drástica, hasta el punto de poner en peligro esta importante manifestación festiva. Todo el mundo está de acuerdo en que hay que controlar para lograr la máxima seguridad, pero sin exigir medidas que sean poco menos que imposibles de cumplir.