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Joaquín Rábago

Incógnitas en torno a la próxima coalición alemana

Las elecciones generales del 24 de septiembre en Alemania decidirán seguramente no sólo el signo de la próxima coalición de gobierno, sino también la futura dirección de la propia CDU.

Todo el mundo da ya por seguro un cuarto e histórico mandato de la canciller cristianodemócrata, Angela Merkel, y un resultado más bien magro para su novato rival, Martin Schulz.

El ex presidente del Parlamento europeo, en quien el SPD había puesto todas sus esperanzas, ha demostrado finalmente no estar a la altura de lo que muchos esperaban de él, y los fracasos de ese partido en las últimas regionales no dan motivos para el optimismo.

Y ello no sólo por culpa de la popularidad de la canciller, que ha sabido explotar su veteranía en tiempos de incertidumbre, sino por las dificultades de Schulz para criticar al final de la legislatura medidas de las que el propio SPD ha sido corresponsable como socio minoritario de gobierno.

No ha sabido aprovechar tampoco Schulz su instinto inicial de distanciarse suficientemente de las secuelas negativas de las reformas impulsadas en su día por su correligionario, el ex canciller Gerhard Schroeder: depreciación salarial, precariedad de mucho del empleo creado y desigualdad social.

La pregunta ahora es cuál será el signo de la próxima coalición, dado que se da por descontado que los liberales, expulsados del Parlamento en las últimas generales, pueden volver a él con cierta fuerza bajo el nuevo liderazgo de un claro defensor de la empresa y el libre mercado como Christian Lindner.

Si, a menos que se produzca un milagro, los socialdemócratas obtienen el mediocre resultado que predicen los sondeos, la CDU/CSU de la canciller podría intentar atraer al Gobierno bien a los liberales, bien a los Verdes.

Son dos partidos en principio antagónicos por sus programas aunque en algunos puntos parecen haberse aproximado últimamente. Y de que Merkel optase por uno u otro dependería en buena medida la orientación de su próximo gobierno de coalición.

Sin convicciones profundas, pero con un indudable olfato para la opinión pública, la canciller ha venido escorando su partido a la izquierda en temas como los refugiados, el medio ambiente o la igualdad de sexos aunque en algunos casos, como el de la inmigración incontrolada, haya luego rectificado.

Ello ha provocado tensiones con su partido hermano, la CSU bávara, que, como algunos dentro de la propia CDU, entre ellos el secretario de Estado en el ministerio de Finanzas, Jens Spahn, reclaman una reorientación conservadora para hacer frente al empuje de la ultraderechista Alternativa para Alemania.

Una eventual alianza con los liberales fortalecerían precisamente a ese sector en los asuntos relacionados con la política de refugiados, el medio ambiente o la industria del automóvil, desacreditada, aunque nunca lo suficiente, por los últimos escándalos.

Si, por el contrario, salieran los números para una posible alianza con los Verdes y no en cambio con los liberales, la canciller se vería reforzada en el rumbo elegido en los últimos años aunque ello significase nuevas tensiones con la CSU bávara y el sector más conservador de la propia CDU.

Hay que decir, sin embargo, que desde que gobiernan en algún "land" con una potente industria del automóvil como el de Baden-Württemberg, los Verdes han moderado sus posiciones y ya hablan sólo de salvar a esa industria apostando por motores más limpios, olvidándose de anteriores posturas más radicales.

Una tercera posibilidad sería que la CDU/CSU tuviese que recurrir a la vez a Verdes y liberales para formar gobierno, la que llaman "coalición Jamaica" por la coincidencia de los colores de los tres partidos con los de la bandera de ese país caribeño, pero aliarse con partidos definitivamente escorados a la derecha sería seguramente un suicidio para los ecologistas.

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