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De legalidades y libertades

Andamos viviendo tiempos de zozobra en lo que a legalidades y libertades se refiere. El esperpento (anti)democrático que se está viviendo en Cataluña no deja de ser un retrato de una España que no es ni mucho menos perfecta y que de sus propios éxitos políticos del pasado (con una transición dialogada y ciertamente tranquila de la dictadura franquista a la actual democracia) ha engendrado los monstruos del presente. Libertad y legalidad, dos vocablos que constantemente entran en confrontación y levantan ampollas; dos conceptos creados por el hombre para la convivencia y la salvaguarda de los derechos fundamentales; dos palabras, en fin, que en estos últimos años están viviendo reinterpretaciones baratas por parte de muchos y enfermizas por parte de otros.

El espinoso tema catalán se basa en esos dos términos y la interpretación que cada cual hace de ellos. Los separatistas hablan de libertad para votar y crear las leyes que ellos quieren, mientras que los unionistas esgrimen la legalidad por delante y la libertad la reducen al cumplimiento de esas leyes. Que el referéndum del dichoso 1-O se plantea de manera ilegal es tan evidente como incuestionable. Otra cosa es la libertad de un pueblo a decidir su futuro. ¿Dónde están los límites? ¿Es la independencia respecto de España, tras 500 años de historia conjunta, legítima? ¿En qué punto se sitúa el derecho de los secesionistas frente a los que se consideran también españoles? Un experto en la materia como Lee C. Buchheit tenía claro que sin opresión por parte de otro estado no había lugar a la autodeterminación, amén de los problemas de definir conceptos como pueblo o nación... ¿De verdad hay opresión por parte del estado español a los catalanes? ¿Se les ve a Puigdemont, Junqueras o Forcadell privados de derechos? ¿Quiénes son los opresores y quiénes los oprimidos en este «procés»?

Libertad y legalidad. Esa es la cuestión. Esta semana hemos conocido en Alicante la postura de Compromís frente a la tauromaquia. Quieren aparentar respetar la ley, pues no hablan de la prohibición «de ninguna actividad o uso que esté recogido en el ordenamiento jurídico vigente». Pero la libertad de los aficionados queda relegada al plano más caciquil. Y eso que respecto a la tauromaquia la dualidad se ha resuelto siempre con sentido común: quien quiere va, y quien no, no va. Sin embargo, desde la izquierda desnortada que ha asumido los principios animalistas en un claro de error de concepto respecto al ecologismo se ha decidido tomar una decisión casi dictatorial: la eliminación del derecho a elegir. Y de paso, la negación de una prórroga contractual a todas luces legal y la propuesta de eliminación de la escuela taurina. ¡De una escuela! Confunden derechos y libertades con imposiciones y prohibiciones. Primero la Esquerra Unida agazapada tras Guanyar y sus acólitos, y en estos días Compromís, se suman a una afrenta ante los ciudadanos a los que, en lugar de gobernar, pretenden adoctrinar. Decía mi abuelo que a la mejor persona del mundo le das un puesto y una gorra, y lo haces un desgraciado. Algo así debe de servir como única explicación a este despropósito. No va uno a pensar que son malas personas los ediles que forman esa triple entente de más zozobras que firme timón. Qué va. Simplemente la gorra les ha oprimido las entendederas. No han entendido qué es gobernar. No les han explicado que, cuando uno se presenta a unas elecciones locales y sale elegido, su obligación es gobernar para todos. Y ese «todos» incluye también a quienes no les votaron o, simplemente, viendo el panorama que había, ni siquiera votaron.

Entre tantos dislates, el novillero alicantino Jorge Rico se ha llevado el trofeo Espiga de Oro al novillero triunfador de la feria de novilladas de Calasparra por su actuación el pasado lunes. No es cualquier cosa, que en la localidad murciana hay afición exigente en cuanto al toro y al toreo. Hablan y no paran del joven petrerense, de su evolución, de cómo encandiló al público y de la claridad y facilidad con que realizó sus dos faenas. Desde su época de becerrista ya se le vio una trasmisión con los tendidos poco usual. Ojalá esta nueva oportunidad que se le presenta, tras caer en el ostracismo a comienzos de temporada, la aproveche, y la ilusión para los aficionados sea cierta y tangible. Sacrificio y afición le harán falta. Los buenos consejos de Francisco José Palazón, que anda recuperándose firmemente del cáncer que le ha hecho pasar la temporada en blanco y con quien entrena a diario, amén del equipo de apoderamiento que guiará sus pasos, seguro que le empujarán al mejor de los escenarios posibles. Luego, ante el novillo, tendrá la obligación de responder él. Le juzgarán la ley y la libertad del toro, que no engaña nunca.

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