Vaya por delante que juntar hoy en la misma frase los nombres de Hércules e Isco parece una broma de mal gusto. El malagueño es probablemente el jugador español más en forma mientras el club del Rico Pérez pelea con el agua al cuello en el lodazal de la Segunda B para no desaparecer. Pero en el verano de 2011 el panorama era bien distinto. El equipo blanquiazul acababa de descender a Segunda y el entonces director deportivo Sergio Fernández tenía entre manos un proyecto muy ambicioso para regresar a la élite. Finalmente no fue así porque falló en la elección del entrenador, Juan Carlos Mandiá, y en su delantero estrella David Aganzo, que se pasó el curso mitad lesionado, mitad fuera de forma. Por entonces Isco, de 19 años, no es que tuviera perfil bajo, es que no estaba en boca de nadie, más allá de los ojeadores de jóvenes talentos. Militaba en el filial del Valencia, en Tercera División, y Unai Emery no creía en él. De hecho, en los informes «ches» de aquella época se acusaba al talentoso mediapunta de Arroyo de la Miel de ser irregular y tener tendencia al sobrepeso.
Sergio Fernández quedó enamorado de su talento natural y tardó pocos días en pedir formalmente su cesión al Valencia. Y había motivos serios para ser optimistas porque el Hércules era (hace sólo seis años) uno de los clubes más atractivos de Segunda e Isco no tenía, ni por asomo, mercado de Primera. No lo tenía hasta que ese verano destapó el tarro de las esencias en el Europeo sub'19. Este torneo lo cambió todo y cuando apenas se habían disputado dos partidos, el director deportivo del Hércules ya se hizo a la idea de que su cesión era misión imposible. Isco estaba destinado para cotas mayores y no tardaría en alcanzarlas.
Pocos días después el Málaga llegó a un acuerdo con el Valencia para su traspaso por seis millones de euros, una cantidad irrisoria porque su cláusula ahora se multiplica por más 100 y está llamado a escribir páginas y páginas en la historia del fútbol español. Ojalá el Hércules también siga haciéndolo. Para eso debe salir cuanto antes de esta Segunda B que pudre todo cuanto toca. A la cuarta debe ir la vencida pese a que la temporada haya empezado con más sombras que luces.
