A nadie le sorprende, a estas alturas, escuchar quejas sobre la falta de limpieza en esta ciudad. Es un lamento habitual, casi cotidiano, que ha pasado a formar parte de nuestra rutina y de nuestro día a día. De hecho, es uno de los principales inconvenientes que sufre Alicante, si no el primero, desde hace ya muchos años.

Tanto es así, que se ha convertido en un problema estructural que arranca de un mal pliego de condiciones. Nos referimos a las bases precarias de un acuerdo que en su día se cerró en falso y que, cada año que pasa, se revela más incapaz para mantener un nivel óptimo de limpieza en la ciudad y de las condiciones de salubridad a las que tenemos derecho todos los alicantinos y alicantinas, ya vivamos en Colonia Requena, en Ciudad de Asís, o en el Centro, por poner sólo algunos ejemplos.

Todos merecemos una ciudad limpia los 365 días del año. También, por supuesto, durante aquellas épocas en las que debemos mostrar la mejor cara de nuestra ciudad a los miles de turistas que nos visitan. La afluencia de visitantes ha crecido en los últimos años y deben aumentar, a la par, los recursos y los esfuerzos para mantener la limpieza en determinados lugares que sirven de polo de atracción a los que llegan de fuera.

Teniendo claras estas premisas, debemos situarnos ahora en el momento en el que nos encontramos. Este artículo lo escribimos durante los días en los que los trabajadores y las trabajadoras de la contrata han convocado una huelga parcial. La protesta ya está afectando directamente a la imagen de la ciudad y, sobre todo, a las condiciones de salubridad en nuestro espacio urbano. Es una situación que estamos padeciendo todas las personas que vivimos en Alicante.

Sin embargo, la reflexión que hoy traemos aquí ya la hicimos en Compromís de manera previa a esta huelga de limpieza. Es decir, el planteamiento que hacemos no viene motivado por los efectos de estos paros parciales de los trabajadores, aunque, desde luego, la situación se ha agravado a causa de ello y requiere de una solución rápida y eficaz.

Por un lado, ya hemos manifestado nuestro respeto a las demandas y acciones planteadas por la plantilla. Desde el Gobierno municipal hemos escuchado atentamente sus argumentos en el conflicto con la UTE. Y, además, hemos instado a la empresa a acelerar la negociación y a buscar, con voluntad rotunda, un acuerdo que certifique unas condiciones económicas óptimas para los trabajadores y las trabajadoras. También le hemos invitado a reflexionar sobre la conveniencia dudosa de imponer sanciones en medio de un proceso de negociación. Y le hemos pedido que asuma y actúe en consecuencia, respecto al cumplimiento escrupuloso de los deberes de seguridad laboral que se han denunciado desde el Comité de Empresa.

Por otro lado, ponemos de manifiesto que esta huelga no exime a la UTE de su responsabilidad de mantener la ciudad en buenas condiciones y de garantizar el nivel mínimo exigible de limpieza urbana. Un nivel que está lejos de alcanzarse durante estos días y que conllevará, sin duda, penalizaciones por incumplimiento.

Pero, para entender esta situación crítica a la que hemos llegado, es imprescindible repasar someramente los antecedentes del caso.

Por una parte, los recortes en la contrata provocados por el maldito Plan de Ajuste. Un castigo infligido por el Gobierno central del PP a este Ayuntamiento, para poner coto a una gestión municipal desastrosa y a los desmanes protagonizados por sus propios compañeros de partido. Entre ellos, recordémoslo, los ediles Luis Barcala y Carlos Castillo, dos representantes de aquel PP descontrolado, que ahora se echan las manos a la cabeza y manifiestan su estupor ante los efectos nefastos de las decisiones que ellos mismos tomaron en aquel momento. De aquellos polvos vienen estos lodos.

El servicio de limpieza urbana es, con diferencia, el más caro de la ciudad de Alicante. El Partido Popular dejó la contrata anterior en manos del empresario Enrique Ortiz. Su empresa se convirtió en una agencia de colocación del PP y, a cambio, él recibía más de 8 millones de euros anuales, al margen del presupuesto, para completar los servicios de limpieza. Esto lo reconoció en su día el entonces edil de Atención Urbana, Andrés Llorens, sin pudor alguno. Y esto fue, sin duda alguna, una de las causas que motivaron que los cajones del Ayuntamiento se llenaran de facturas sin control presupuestario y que la ciudad se viera abocada al Plan de Ajuste.

Hacer memoria y recordar estos antecedentes es imprescindible para comprender de dónde venimos y el motivo por el que nos vemos en esta situación. Pero en Compromís no buscamos excusas para justificar las deficiencias y los graves problemas que hay actualmente en la limpieza urbana de Alicante. Tampoco olvidamos ni renegamos de nuestra responsabilidad en este tema, como parte del Gobierno municipal. Y, desde luego, estamos convencidos de que la demagogia partidista sobra y que lo que hay que hacer es buscar soluciones. De hecho, los responsables de aquellos excesos y tropelías ya están donde los ha puesto la ciudadanía: en la oposición.

El tema es demasiado serio como para prestar atención únicamente a hechos del pasado, aunque sean tan gravosos como estos. Por eso, emplazamos a nuestros socios de gobierno a dialogar y asumir las bases de un Pacto por la Limpieza. Y, además, desde la lealtad institucional, invitamos también a los grupos de la oposición a que se sumen a él.

Desde Compromís entendemos que hay que centrar los esfuerzos en el presente y en el futuro y por eso proponemos una serie de medidas prioritarias que pueden servir de base para este Pacto por la Limpieza. Un acuerdo que nos permita sacar a flote este barco en que navegamos todos: equipo de gobierno, oposición, técnicos municipales, asociaciones vecinales, ciudadanía y, obviamente, la UTE y las trabajadoras y trabajadores de la limpieza urbana. Un pacto que nos ayude a avanzar hacia la solución definitiva de un problema que, como decíamos al inicio, ha adquirido, prácticamente, un carácter estructural.

Las medidas que proponemos desde Compromís son:

1-. Extremar la exigencia sobre la UTE y reforzar el control para confirmar que se cumple hasta la última coma del pliego de condiciones vigente. Para ello, proponemos que se intensifique la inspección municipal, realizándose, incluso, en horario nocturno. También consideramos que debe ejercerse un control riguroso sobre el absentismo laboral, con carácter mensual. Recordemos que éste fue un aspecto clave en la polémica adjudicación de la mayor contrata de la ciudad de Alicante.

2-. Intensificar las sanciones a aquellos que realicen acciones incívicas en materia de limpieza y que atenten contra las ordenanzas municipales. En este sentido, apostamos por mantener las campañas de concienciación cívica que coordina la concejalía de Medio Ambiente. También apoyamos plenamente la medida anunciada por el alcalde de activar la labor sancionadora por parte de la Policía Local para acabar con estos actos incívicos por parte de ciudadanos o empresas. El mal comportamiento ciudadano de una minoría redunda en un claro perjuicio para la mayoría de alicantinos y alicantinas. Aquellos que, precisamente, sí que cumplen con sus responsabilidades de forma correcta. Todos debemos ser conscientes de que, o asumimos la responsabilidad y la colaboración de forma compartida, o el problema de la suciedad en la ciudad no tendrá nunca una solución eficaz. Mantener Alicante limpia es un derecho y una obligación de todos.

3-. Modificación del contrato de limpieza con la finalidad de conseguir una ciudad limpia. En este sentido, la corresponsabilidad debe ser asumida por la Administración y por la UTE. Estos cambios deben apoyarse en informes técnicos que nos permitan reforzar los recursos humanos y la modernización de la maquinaria destinados al servicio de limpieza. Hablamos de un aumento determinado y preciso de la cuantía económica del contrato, que conllevará aparejados nuevos compromisos bien definidos por parte de la UTE: unos acuerdos verificables y auditables en el tiempo, que hagan evidente y visible la mejora del servicio.

Administración y concesionaria debemos poner todo de nuestra parte para garantizar la mejora de las condiciones en las que vivimos los alicantinos y alicantinas; debemos comprometernos a ofrecernos un espacio urbano amable, saludable y adecuado para una ciudad de elevado perfil turístico como la nuestra; y debemos permitir que esta ciudad sea, de verdad, un destino atractivo para personas o inversiones que escogen Alicante como sede de su proyecto de futuro.

Desde Compromís creemos que el problema de la limpieza de la ciudad tiene solución y sabemos que esta no pasa por el «y tú más» de la disputa partidista. La clave está en empezar a trabajar ya en las medidas que desde Compromís ponemos encima de la mesa y para las que esperamos encontrar el consenso necesario que nos permita sacarlas adelante. Es hora de un Pacto por la Limpieza en Alicante.