Advierto de antemano que a mí la palabra subasta me evoca a la calabaza Ruperta, el apartamento en Torrevieja y a Bigote Arrocet con su «piticlín, piticlín». Pero más allá de mis limitaciones, estarán conmigo que en todo este asunto tiene que haber cosas que se nos escapan, variables que no están a nuestra disposición y que permanecen ocultas para el común de los mortales; el típico «hasta aquí puedo leer» que decía Mayra Gómez Kemp y que ya forma parte del acervo popular. La alternativa sería peor porque ¿cómo se explica si no el galimatías en el que se encuentra hoy sumido el Club?

Parece que fue ayer cuando la solución se mostraba como evidente y universal: se expropiarían las acciones y el estadio por el impago de la deuda y se vendería el club al mejor postor, fuera este español, chino mandarín o mediopensionista. Lo que nadie advirtió es que ante la posibilidad de quedarse colgando de la brocha, el IVF no descartaba cerrar el círculo. Los caminos de la administración son inescrutables pero así de entrada, resulta cuanto menos chocante que se pueda vender el Hércules al mismo tipo al que justamente se le arrebató por su mala gestión.

Doctores tiene el IVF, pero después de esta transición sin solución de continuidad entre el « Ortiz gracias y adiós» al más prosaico «Ortiz gracias a Dios», yo al menos he decidido declararme de aquí en adelante agnóstico en cuanto a la situación institucional del club. «Piticlín, piticlín».

No es de extrañar que con todo este embrollo, esté pasando casi desapercibido que en los próximos días cumpliremos 95 años. Y eso si damos por buena la fecha oficial de 1922, porque si no fuéramos más papistas que el Papa, pondríamos al menos tres velas más en nuestra tarta.

Es cierto que el reglamento del club está fechado un 18 de septiembre de 1922, y también es cierto que el Hércules Football Club es admitido en la Federación Regional Levantina el 25 de octubre del mismo año, pero no lo es menos que el Hércules como tal ya aparece en la prensa local de 1919 como equipo participante en un torneo juvenil, la llamada Copa Excelsior (diario «El Día», 24 de junio de 1919) lo que a todas luces constituye una prueba I-RRE-FU-TA-BLE de su existencia en tan temprana fecha; e incluso hay indicios más que razonables que apuntan a su nacimiento en 1914. Con argamasas más ligeras se han levantado imperios.

En cualquier caso, casi cien años. No es desde luego una cifra desdeñable, sintámonos orgullosos por una vez y reconozcámoslo sin tapujos, tiene mérito. Pocas instituciones, empresas, organismos, comercios, asociaciones, plataformas o lo que sea, de Alicante, pueden presumir de tanta longevidad. Personalmente me parece un milagro así que cuando en el próximo partido salten los blanquiazules al césped del Rico Pérez, cogeré a mis hijos de la mano y muy solemnemente les diré: «Chatos, 95 años nos contemplan (sorprendidos), que nadie os diga nunca que no tenemos futuro».