La «obesidad oculta» podría afectar al 80% de la población occidental, según la publicación científica Frontiers in public health.

Quieren decir que hace falta un criterio médico más restrictivo con la grasa, que permita declarar obesos a personas que hasta ahora tenían sobrepeso, pero la denominación es tan desafortunada que hace dudar de los flacos: ¿Y si no ese conocido no está flaco y es un obeso oculto? Una persona que oculta su obesidad ¿qué no ocultará en su declaración de Hacienda?

Se puede ser fumador a escondidas o bebedor doméstico pero no hay manera de ser obeso oculto. Nada se puede ocultar peor que los kilos de más. En cuanto asoman, si quiera tímidamente, la gente lo nota y el impertinente te lo hace notar: «Estás gordo».

No cabe engañarse: no existe una enfermedad por la que los gordos se vean flacos en el espejo. La ropa trampantoja con colores oscuros y rayas verticales pero cortes y tallas imponen los límites.

La moda está hecha para consagrar como modelo lo más infrecuente (recuerde: la ciencia está buscando la «obesidad oculta» que afectaría al 80% de la población no afectada por el hambre). En los últimos años se ha impuesto el «slim fit», un corte acorde con los tiempos de estrechez económica, que hace de la estrechez virtud y convierte en «geypermanes» a los musculados, marcando pectorales y sugiriendo tableta abdominal.

En una misma población, donde la medicina busca la obesidad oculta, la moda desdeña el sobrepeso manifiesto y trabaja el «slim fit» cuando debería ofrecer «fat fit».

Como suele ocurrir, todo confluirá en la industria porque declarar obeso al 80% de la población occidental exigirá políticas sanitarias «liporrepresivas» y pago del auxilio farmacéutico consiguiente.