Mientras la salud mental es la asignatura pendiente en la sanidad pública de la Comunidad Valenciana por falta de camas en los hospitales, sobrecarga de psiquiatras y psicólogos, listas de espera...; en Alicante hay un hospital construido y amueblado por la Diputación Provincial, que costó 12 millones de euros y está cuatro años cerrado, deteriorándose por la falta de uso. La Diputación comenzó prestando el servicio psiquiátrico hace muchas décadas, cuando a los enfermos mentales se les mal llamaba locos y no había sanidad pública. Actualmente, con un servicio valenciano de salud que depende de la Generalitat, y con la obligación de atender las enfermedades mentales en su cartera de servicios, carece de sentido que una diputación provincial preste un servicio de atención sanitaria y social. Es competencia de las consellerias de Sanidad y de Igualdad. ¿Por qué no se hace cargo el Consell de una vez por todas? Nadie lo explica, ni cuando gobernaba el PP ni cuando gobierna PSOE-Compromís, pero es evidente que algo tiene que ver el dinero que deben destinar a la atención de este tipo de pacientes a quienes los especialistas consideran que no se les dedican los recursos necesarios. Tampoco explica el Consell por qué en València y Castellón se hicieron cargo del servicio de la Diputación y aquí en Alicante siguen remoloneando cuatro años, y hasta la Conselleria de Igualdad se permite el lujo de ni contestar cuando se le requiere para que se ocupe de su parte.