El intento por medir y cuantificar las variables psicológicas del psiquismo humano se remonta a la China del año 1100 a.C., cuando el emperador requirió una evaluación con el fin de examinar las capacidades de sus oficiales para desarrollar ciertos trabajos en la comunidad. Seiscientos años después, Confucio logró clasificar por primera vez a las personas en tres categorías en función de su inteligencia: personas de gran sabiduría, personas de inteligencia media y de inteligencia baja. También creó una evaluación de personalidad para sus estudiantes que los ubicaba en diferentes grupos: armoniosos, artísticos, estúpidos, tontos, etc.

En 1905 d.C., resulta ser el francés Alfred Binet quien desarrolla la primera escala rigurosa para medir la inteligencia, contemplando variables como comprensión y razonamiento. Pero hoy en día, las cosas han cambiado. Las personas muestran un interés creciente por su estado de salud físico y psicológico. Tanto es así que, una de cada 20 búsquedas en Google está relacionada con el ámbito de la salud. Por ello, el buscador, ha puesto en marcha una estrategia para identificar a personas que puedan sufrir depresión, y ofrecerles un test para verificar esta patología.

Se trata de un trabajo realizado en colaboración con la Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales (NAMI), y es la primera vez que un buscador promociona una herramienta de autoasistencia de trastornos mentales entre sus resultados de búsqueda. La iniciativa resulta enormemente pertinente teniendo en cuenta que, en Estados Unidos, sólo el 41% de los adultos que padece un trastorno mental recibe tratamiento, por eso la consideramos una interesante aportación del sector tecnológico a la salud.

El test indaga en diferentes aspectos de la vida de la persona, tales como sus hábitos y sus emociones, analizando, por ejemplo, si han experimentado falta de apetito o sueño en los últimos tiempos, si han tenido pensamientos suicidas, si les cuesta concentrarse o si han notado un bajón de energía. Todos ellos síntomas de una depresión.

Por su parte, Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, anunció en marzo que la red social estaba experimentando con un programa de inteligencia artificial que pudiera identificar a aquellas personas que tuvieran pensamientos suicidas y necesitasen ayuda.

Tal vez, la evolución científica de las últimas décadas sea más veloz que nuestra capacidad para habituarnos a los cambios, especialmente cuando se trata de una tecnología que se adentra cada vez más decididamente en nuestra mente, en nuestros pensamientos y sentimientos. Por otra parte, desde nuestro punto de vista, se trata de aportaciones beneficiosas a las que quizá, algún día, tengamos que estar agradecidos.