No me aclaro: me refiero a lo de La Vuelta Ciclista a España 2017. No encuentro explicación al cabreo y las descalificaciones a dúo vertidas por el presidente de la Diputación de Alicante, César Sánchez (PP). Tampoco a la actitud dubitativa del alcalde José Manuel Dolón (Los Verdes).

La negativa municipal para que la llamada serpiente multicolor pase por Torrevieja, argumentado por la falta de efectivos de la Policía Local, ha desencadenado las iras hasta del máximo responsable de la institución provincial que tiene nombre de emperador romano, quien como tal, ha acusado al Ayuntamiento de boicotear La Vuelta, cuyo paso por la provincia patrocina, y por lo tanto paga el organismo que preside.

Mientras, su lugarteniente, el vicepresidente Eduardo Dolón, haciéndole coro como está mandao, sale a los medios echando mano a sus ya conocidas peroratas repetitivas y monótonas cual letanías.

Resulta cansino estar oyendo más de dos años eso de que nadie en este pueblo quiera a Torrevieja, y mucho menos, su alcalde José Manuel Dolón, si exceptuamos a las huestes del PP.

Sí dijo algo nuevo el portavoz del PP al asegurar que pueblos y ciudades se dan tortas por conseguir el paso de La Vuelta por ellos, cuando es totalmente al contrario: las tortas como panes las tienen que pagar ayuntamientos o entidades a la organización si quieren ver a los ciclistas, y encima tratarlos «a piquico rollo».

La Alcaldía, siguiendo los informes del jefe accidental de la Policía Local, aseguró que necesitaba 53 agentes para garantizar la seguridad a su paso por el casco urbano torrevejense.

En última instancia, sólo 20 se ofrecieron a prestar el servicio y eso que a estas alturas (parece) que van a cobrar el servicio extraordinario que hicieron en La Vuelta 2015.

Entre los tiras y aflojas entre José Manuel y Eduardo, dos primos que se comen el chocolate de espaldas, comenzaron a negociar un arreglico de emergencia y en esto surgió el atentado de Barcelona.

El primer edil, quien con una celeridad inusual en el Ayuntamiento donde cualquier trámite se alarga meses (la prioridad de la mayor parte de los funcionarios es guardarse bien las espaldas) logró que se colocaran 30 grandes bolardos de hormigón en distintos puntos de la ciudad, decidió con la misma rapidez dar su «no» rotundo a cualquier acuerdo quitándose posibles problemas.

Nada nuevo bajo el sol en las agrias y tensas relaciones entre la Diputación y el equipo de gobierno municipal, situación que, desgraciadamente, viene de muy lejos.

Torrevieja, durante las tres últimas décadas, es una huérfana de la Diputación. Bajo el largo mandato del exalcalde Pedro Ángel Hernández, el entonces primer edil se llevaba a matar con el organismo provincial. Eran del mismo partido, pero no de la misma cuerda.

Actualmente, a las pruebas me remito. Por unos y por otros. Por la política como se entiende por aquí. La de crear un problema para cada solución. Frase que, por cierto, utiliza de forma indiscriminada tanto el gobierno de coalición como la oposición.