Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La muerte nos sienta bastante bien

Las personas que realmente están muriéndose afrontan el trance con más "amor y humor" que aquellos que imaginan su fallecimiento, revela un estudio en EE UU

La muerte es un fantasma que día tras día nos persigue, pero un estudio científico acaba de revelar que, en realidad, quienes tienen la certeza de que van a fallecer de manera inminente se llenan de buenos deseos. La muerte, contra lo que parece, nos sienta muy bien.

Kurt Gray, psicólogo de la Universidad de Carolina del Norte (EE UU), ha publicado al frente de un equipo de expertos de otras universidades en la revista "Psychological Science" una investigación en la que constata cómo los sentimientos más positivos invaden a personas moribundas o condenadas a muerte en el último trance de sus vidas. Por contra, aquellos que en realidad no tienen ningún motivo para perder la vida, afrontan la llegada de la Parca con mucha mayor desesperación.

Los investigadores dividieron su trabajo en dos partes. La primera de ellas se centró en las últimas palabras de 25 enfermos terminales con cáncer o que padecían esclerosis lateral amiotrófica. Durante tres meses, cada participante debía publicar al menos 10 posts en un blog. Todos murieron durante el proceso de escritura del diario. Para comparar, pidieron a 50 personas sanas que se imaginaran en la situación de tener cáncer terminal y escribieran cómo se imaginaban ese momento.

Sorprendentemente, el experimento reveló que aquellas personas que estaban verdaderamente llegando al ocaso de sus vidas transmitían mucha más felicidad y alegría que aquellas que estaban fingiéndolo. Al contrario de lo que se esperaba, los algoritmos de los científicos comprobaron tras analizar los mensajes escritos que las palabras "felicidad" o "amor" eran una constante en el caso de las persona terminales, mientras que las palabras "terror", "soledad" o "desesperación" eran mucho más frecuentes en aquellos que tenían que proyectar cómo se sentirían en el momento definitivo.

El equipo liderado por Kurt Gray quiso repetir la exploración con presos que estaban en el corredor de la muerte. Los resultados fueron similares en esta segunda parte del proyecto. "Los humanos son increíblemente adaptables, tanto física como emocionalmente y vivimos cada día, estemos muriendo o no", explica Gray. "En nuestra imaginación, morir es soledad y carece de significado, pero los escritos de pacientes terminales y las últimas palabras de los presos en el corredor de la muerte están llenas de amor, conexión social y significado", añade. Los que realmente iban a morir, según Gray, demostraban gran amor y humor en sus escritos.

Un aspecto interesante del trabajo psicológico desarrollado por estos psicólogos estadounidenses es que no se tuvieron en cuenta las creencias religiosas de los participantes, pero sí constataron, según Grey, una asociación entre palabras relacionadas con la religión y los comportamientos más alegres. "Seguramente por el significado que tiene ésta para las personas", argumenta.

Tanto los enfermos terminales como los reclusos que se enfrentaban a la ejecución parecían centrarse en cosas que les ayudaban a dar sentido a la vida, incluidas la ideología, la religión y su familia, lo que sugiere a los autores del trabajos que tales cosas pueden ayudar a sofocar la ansiedad ante el fallecimiento.

Según estos expertos, el sistema médico está enfocado a evitar la muerte, a menudo con el argumento de que es terrible y trágica, cuando en realidad es parte de la vida. "Esto es entendible dadas las narrativas culturales de la negatividad de la muerte, pero nuestros resultados sugieren que la muerte es más positiva de lo que la gente espera", escribieron los investigadores en las conclusiones de su trabajos.

En última instancia, los resultados de este estudio psicológico revelan que nuestras expectativas, es decir, nuestras emociones, pueden no coincidir con la realidad de la muerte, lo que tiene importantes implicaciones para la forma de tratar a las personas que están muriendo. Los autores del trabajo experimental también subrayan que el concepto abstracto del final de la vida resulta ser más aterrador que la propia realidad de la muerte, un miedo que si llega al extremo puede terminar en una patología: tanatofobia. "Creo que cuando las personas se imaginan lo que es morir, lo ven como muy diferente de la vida que conocen. Pero en realidad, la muerte es parte de la vida, y tal vez no necesites temerla tanto", sentencia Kurt Gray.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats