Alicante tiene un problema importante desde hace años que con el paso del tiempo se vuelve cada vez más grave y que con la llegada del verano genera mayor preocupación: la visible suciedad y falta de limpieza existente. Y no es algo que se reduzca, exclusivamente, a unos barrios o que se concentre en el Centro, ni mucho menos. Es algo democráticamente extendido por toda la ciudad.

El entorno de los contenedores son zonas repletas de mugre y malos olores que con frecuencia obligan a esquivarlos, con el agravante de que junto a esos recipientes se acumulan basura y desperdicios arrojados por vecinos irresponsables. Las esquinas y farolas están repletas de orines que en muchos casos han ennegrecido el suelo y corroído el metal. Los lugares con papeleras tienen a su alrededor un cerco de porquería que obliga a tomar una distancia de precaución al utilizarlas. En no pocas calles el rastro dejado por el pis de los perros genera un olor acre tan desagradable que obliga a acelerar el paso, al tiempo que la grasa y la suciedad en buena parte de las calles de la ciudad han cambiado el color del pavimento. Chicles por todos lados, basura a cualquier hora del día, desperdicios dejados fuera de los contenedores soterrados que se pusieron precisamente para tratar de ocultar nuestras vergüenzas. Todo ello es un retrato que con mayor o menor intensidad podemos encontrar en todos los barrios de la ciudad, pero especialmente en las zonas más transitadas.

El primer paso para poder resolver un problema es reconocerlo. Pero en este caso, y con demasiada frecuencia, también se ha jugado al partidismo de corto recorrido para acusar al rival político o, desde el Gobierno municipal, negar en su caso que la suciedad fuera un problema en la ciudad. De tal manera que si se llamaba la atención sobre el estado de suciedad en determinadas zonas o momentos, quien gobernaba lo negaba como si ello fuera un ataque intolerable a su autoridad política, algo que ha ocurrido antes y que sucede también ahora. Sobra oportunismo y falta capacidad de comprensión de la gravedad de un problema de tanto alcance que los vecinos sufren en primera persona, dañando además la imagen de la ciudad.

Empecemos señalando algo muy claro que posiblemente los partidos políticos no se atrevan a decir en público. El grado de incivismo de los alicantinos es muy elevado y, por ello, tienen una gran responsabilidad en que la ciudad se encuentre tan indecorosa, ya que son quienes en buena medida la ensucian. Podemos entrar a buscar las razones de este comportamiento, las causas del escaso amor que se tiene por la ciudad, la falta de una adecuada educación ciudadana, el sentimiento de que como la ciudad está tan sucia no pasa nada por ensuciarla más, la carencia de campañas efectivas y de envergadura sobre limpieza, la ausencia de procedimientos de vigilancia y sanción adecuados, entre otros aspectos importantes. Sobre todo ello habrá que actuar al mismo tiempo y en profundidad si de verdad se quiere evitar que se maltrate a la ciudad de esta forma, con basuras, desperdicios, orines y suciedad de todo tipo y por todas partes. Pero urge cambiar las conductas de los vecinos si de verdad queremos una ciudad más limpia porque, si no se promueve más cuidado y amor por Alicante, de nada servirá que se dediquen cantidades multimillonarias para pagar a un ejército de operarios de limpieza dedicados a quitar la suciedad creciente que la gente, en demasiadas ocasiones, arroja con capricho a la vía pública.

Hace falta una estrategia municipal integral de limpieza para Alicante que con carácter multidisciplinar sea capaz de revisar a fondo el ciclo completo en todas sus fases y participantes, delimitando e identificando la responsabilidad de cada uno de los actores que intervienen. Debe de trabajarse desde el principio en generar la mínima basura y suciedad, reclinando el máximo de desperdicios, algo en lo que queda mucho por hacer. También deberá de organizarse una eficaz vigilancia y sanción de conductas incívicas en todos los barrios, junto a una labor pedagógica e informativa sistemática, amplia y sobre todo sostenida en el tiempo.

Ahora bien, Alicante necesita una limpieza integral, en profundidad y como nunca se ha hecho, para romper la espiral de que cuanto más sucia está la ciudad, más la ensucian unos vecinos que ven las calles mugrientas, descuidadas y malolientes. Por ello es tan importante acabar con la suciedad en las calles como paso previo para exigir a los ciudadanos que las mantengan limpias y las respeten.

Todo esto es mucho más que controlar la labor de la contrata municipal de limpieza, algo que por supuesto también debe de hacerse, o realizar planes de choque homeopáticos de eficacia muy limitada, como estamos viendo estos días.

Conseguir una mejor ciudad, disfrutar de mayor calidad de vida eliminando problemas ambientales y de salud pública, pasa también por tener una ciudad más limpia, algo que no parecen comprender antes y ahora nuestros responsables municipales.

@carlosgomezgil