Estamos en el cambio de quincena del mes vacacional por excelencia. Unos vuelven a su rutina diaria y otros comienzan sus esperadas vacaciones, no digo nada de los que ya estaban y siguen estando de holganza continuada. El reposo y el descanso son imprescindibles para el buen funcionamiento del cuerpo y el alma, pero solemos olvidarnos del sosiego emocional cuando planificamos vacaciones que derivan en una sucesión interminable de estreses. De hecho, las vacaciones son en sí mismas una fuente de estrés según las escalas de medición de los expertos.

Cualquier cambio puede llegar a ser un factor estresante. Cambios en el trabajo, la salud, la residencia habitual, las actividades sociales, entre otros muchos, que se suman a los más graves como la muerte de un ser querido, el divorcio o la separación, el matrimonio o el paro, por señalar algunos ejemplos. A veces olvidamos que para estar estresados no necesariamente tenemos que estar bajo presión, en gran cantidad de ocasiones los acontecimientos más cotidianos o incluso esperados, como las vacaciones o las fiestas, pueden generar un alto grado de tensión.

En principio todos estamos expuestos a diferentes niveles de estrés. De hecho es necesario para el buen funcionamiento general, pero a intensidades bajas, aunque existen muchas diferencias de unas personas a otras. La sensibilidad al estrés puede ser mucho más acusada en aquellos que en su vida normal están en constante hipervigilancia de los sucesos que ocurren a su alrededor. No pueden evitar acumular información sea o no relevante para su actividad. Además suelen planificar mal sus acciones, sobre todo porque quieren abarcar más de lo que realmente es posible.

En las vacaciones se rompen las rutinas y este hecho puede alterar el ritmo normal provocando altibajos emocionales, dado que se pierde el punto de referencia. El exceso de tiempo libre también puede jugar en contra de la tranquilidad deseada, por no saber qué hacer con él, algo similar a lo que le ocurre a la persona que se jubila. El estrés marca significativamente nuestra salud, hasta el punto de que puede truncarla de forma crónica. Los mamíferos desarrollamos sensibilidad a este tipo de tensión y como pudimos ver hace unos días, morir por estrés, como fue el caso de una cría de delfín varada en la costa almeriense acosada por bañistas y curiosos que solamente buscaban la foto del año. Mi consejo es simple, no programes más de lo que puedes hacer y si te ves sobrecargado respira profundamente, piensa en el lugar de tus sueños y duerme una buena siesta.