Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Arturo Ruiz

Opinión

Arturo Ruiz

La maldición

Tenían razón los científicos que en los noventa predijeron el cambio climático. Hubo algunos políticos imbéciles que no les creyeron y, lo que es peor, que aún no les creen: Trump

Jack Kerouac describió a aquellos norteamericanos de frontera del siglo XIX que en noches de huracán se sentaban en el porche de su granja perdida en alguna llanura del Medio Oeste para retar a la furia de los vientos y gritarle a los cielos, no acabaréis con mi casa. Más al sur, Humphrey Bogart y Lauren Bacall apenas podían respirar por culpa del calor tropical, secuestrados por unos gangsters en un tórrido hotel de Cayo Largo. Nos parecían climas muy lejanos. Ya no. Vecinos de la costa norte de Dénia vieron esta semana de pleno agosto deshacerse el mundo en vendavales, relámpagos y olas que parecían murallas apenas unos días después de que las vecinas del barrio viejo de esa misma ciudad ya no pudieran salir a la calle a tomar la fresca como habían hecho durante años -y antes sus madres, y las madres de sus madres- porque la noche era puro fuego, atmósfera destilando bochorno. El futuro ya está aquí. Tenían razón los científicos que en los noventa predijeron el cambio climático. Hubo algunos políticos imbéciles que no les creyeron (¿se acuerdan del duelo Gore- Bush en USA hace 20 años?) y, lo que es peor, que aún no les creen: Trump. Pero está sucediendo. Es normal que cada generación viva transformaciones históricas, pero sólo a unas pocas como la nuestra les toca experimentar un cambio de entidad casi geológica como éste: ya nada será como fue durante siglos. Este Mediterráneo tan construido en sus orillas ha perdido su confort climático y todo será mucho más apocalíptico: calas como la Granadella de Xàbia arrasadas un año por un incendio y al otro por el temporal. De maldición en maldición. Y las que vendrán.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats