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Mariola Sabuco

Opinión

Mariola Sabuco

Lo hemos vuelto loco

Donde yo nací, mis mayores vienen asegurando generación tras generación que agosto siempre refresca a partir de que baja el Ángel, el 14 de agosto en La Vespra del Misteri d'Elx. Este mantra meteorológico no ha fallado desde que tengo uso de razón. Sin embargo, el cambio climático lo deja este año sin sentido. El refresco llegó cuatro días antes de lo que debiera. En la madrugada del miércoles al jueves no solo bajaron hasta diez grados las temperaturas, sino que en algunos puntos de la provincia se desató la furia y el fuego prometidos por Trump a Corea del Norte, con lluvia, rayos, truenos y hasta centellas. «El tiempo se volvió loco», me comentó mi vecino en el ascensor en la conversación meteorológica diaria que mantenemos cuando no tenemos nada que decirnos. No, lo hemos vuelto loco entre todos. Pese a las pruebas y evidencias aún hay quien niega el cambio climático, y muchos de los que reconocen el problema creen que nada pueden hacer por remediarlo, con lo que siguen con su rutina de vida en la que no practican el reciclaje, esperan a los niños quince minutos con el motor del coche en marcha, lavan una sola prenda en la lavadora o duermen la siesta en el vehículo con el aire acondicionado sin cargo de conciencia sobre su contribución a la destrucción de la capa de ozono donde desde hace más de treinta años sabemos que está el origen de todo. El clima protesta del daño que estamos perpetrando en la naturaleza. Lo hace ya a gritos, pero como hace tanto que decidimos quedarnos sordos...

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