Lunes

edén

Hay cientos de fobias y el número crece a golpe de neologismo (naturalmente, también existe la fobofobia o fobia a las fobias). Recientemente, la Fundéu BBVA ha admitido el uso de «turismofobia» en el contexto de las protestas contra la saturación de turistas en algunas ciudades españolas. Esta aversión remite no sólo al impacto medioambiental y la degradación urbanística, sino al encarecimiento de las condiciones de vida en zonas sobreexplotadas. A pesar de que el turismo es el sector que más crece y el que más empleo genera, nadie puede desmentir seriamente la moraleja de la ubérrima gallina y sus huevos de oro. Ahora bien, la noble tarea de corregir los excesos del capitalismo desbocado ha correspondido históricamente a la socialdemocracia, hoy desaparecida en el laberinto de la globalización y sustituida por una marabunta de evangelistas laicos que pretenden revertir al «homo sapiens» contemporáneo hasta la primitiva pureza del buen salvaje de Rousseau. Cuando se aterroriza a los pasajeros de un autobús turístico no se está luchando contra los excesos del modelo, sino contra el modelo mismo. Una gallina ponedora de huevos dorados puede morir de muchas formas y ellos son partidarios de la más drástica.

martes

los duelistas

Tengo entendido que los norcoreanos muestran alegría rompiendo a llorar y esto explica que cada aparición del dictador Kim-Jong-un se transforme en un océano de plañideros inconsolables que miden su devoción en centímetros cúbicos. Kim-Yong-un es el último vástago de una dinastía exótica, sumisa en ocasiones a sus mentores chinos y soviéticos, en otras imprevisible y siempre inescrutable. Observando su sonrisa de patriarca orondo mientras a su alrededor brota el llanto en cascada, la única sospecha razonable es que se trata de un chalado cruel y astuto rodeado de súbditos mucho más aterrorizados que felices. Desde hace unos años, Corea del Norte anda trasteando con la amenaza nuclear como esos tahúres bravucones que incrementan la apuesta tras cada farol afortunado. Ahora se anuncia que cuatro misiles norcoreanos apuntan a la isla de Guam, un enclave estadounidense en el Pacífico, pero nunca sabremos si Kim-Jong-un está verdaderamente tan loco o Estados Unidos busca un pretexto para cumplir la tradición de guerrear cada cuatro años. Sigan el rastro de los tuits de Trump: «Deberían estar muy, muy nerviosos». Creo que no va de farol.

miércoles

el quilombo

Visita de una amiga argentina para conocer las fiestas locales. A pesar de lo que asegure la RAE, los argentinos no hablan castellano sino una pócima multinacional que muchas veces resulta ininteligible: «bancar», «laburar», «chicana», «morfar» o «trucho» son voces habituales del lunfardo, el código rioplatense que se ha extendido por todo el país. Sea un dialecto, una jerga o una lengua, la incomprensión desaparece cuando un argentino juzga el pasado colonial. Se alude a España con rencor mal disimulado y la casi protocolaria acusación de genocidio, algo de lo que en cualquier caso serían culpables los tatarabuelos de los argentinos y no los míos. La coartada colectiva de culpar al otro es una argucia nacionalista primaria y por ello apenas sorprende que la inquina de los sudamericanos hacia los españoles sea elocuentemente menor que la que se dispensan entre sí. No pregunten a un argentino qué piensa de los chilenos y viceversa. Es un acertijo travieso para los científicos de los «hechos diferenciales» y las ficciones políticas: una decena de Estados con un evidente sentimiento nacional pero que comparten mestizajes, religión y lengua.

jueves

cha-cha-chá de género

El Instituto Vasco de la Mujer ha propuesto doscientas canciones libres de mensajes sexistas para amenizar las fiestas veraniegas y empoderar a las mujeres ( «empoderar» era un verbo en desuso hasta que alguien incorporó la acepción del «empower» inglés: conceder poder a un colectivo desfavorecido). Este «nihil obstat» de lo políticamente correcto incluye «I will survive» de Gloria Gaynor o «A quién le importa» de Alaska, pero proscribe el «trap», un subgénero del rap con tendencia a la lírica equívoca, y el reguetón, cuyo indiscutible emblema es «Despacito», esa canción que unos pastores tibetanos aseguran no haber oído nunca. Ahora recuerdo con cierta nostalgia culpable tantas noches de jarana adolescente al ritmo de «La Ramona», una señora pechugona con dos cántaros por pechos según rezaba su inolvidable letra, En rigor, el Instituto Vasco de la Mujer aconseja que la gente no baile la música que le gusta por razones ajenas a su calidad, que en la mayoría de ocasiones es inexistente, y me pregunto si por ejemplo también recomendaría marginar el aria de «Rigoletto»: «La mujer es voluble como pluma al viento».

viernes

la mamma

Un indicio fiable de que nos hemos adentrado en agosto es el docudrama protagonizado por Juana Rivas, la madre que se resiste a entregar a sus dos hijos al padre condenado por malos tratos. Si desbrozamos el jardín, contemplamos una custodia compartida con su régimen de visitas y una condena cumplida, una situación familiar que, claro está, no es armónica pero tampoco especialmente ominosa para las criaturas. Esto es lo que piensan no sólo la ley, sino también sus sumos sacerdotes con puñetas e incluso el propio abogado de la madre. Ahora bien, no hay que despreciar el factor Fuenteovejuna, esa insurreccional capacidad del populacho y sus voceros en platós refrigerados para exigir justicia, distinta de la ley si ésta no coincide con su impulso emocional: un marido brutote y extranjero frente a la esposa maltratada dispuesta a sacrificarlo todo por sus hijos. Aunque estos brochazos de sal gruesa pasen desapercibidos a los encargados de decidir, asusta tanta tozudez ruidosa uncida por los siglos de los siglos al desconfiado «allá van leyes, do quieren reyes».