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Javier Mondéjar.

El cuarto de las escobas

Ahora el mundo no descansa y aunque los redactores jefes de local seguirán pasándolas canutas con medio personal de vacaciones y el resto cubierto por becarios/as, no se puede decir que falten las noticias

Recuerdo tiempos en los que agosto era un mes inhábil en el que no pasaba nada y, como mucho, había que inventarse alguna serpiente de verano para que los periódicos pudieran irse para la imprenta sin apreciables huecos en blanco. Como me he chupado unos cuantos agostos en un diario local, aún tiemblo al recordar en los alrededores del 15 de agosto cómo había acabado con la «nevera» de temas intemporales y rezaba por una esquela bien gorda (un faldón de media página por ejemplo), que me solucionase la 7, que no la tenía cerrada, o que algún redactor trajese de la calle por milagro alguna cosilla que convenientemente estirada nos permitiese sobrevivir unos días.

Ahora el mundo no descansa y aunque los redactores jefes de local seguirán pasándolas canutas con medio personal de vacaciones y el resto cubierto por becarios/as, no se puede decir que falten las noticias. De hecho, por ejemplo, se ha ido Echávarri y se ha quedado Bellido y oigo en la radio mucho más al en funciones que en semanas lectivas al oficial, no sé yo si sería conveniente su regreso. Lo que no falla es la tendencia de las Administraciones a dar las malas noticias en agosto, esperando que: a)no haya nadie de guardia para que no proteste y b)que de aquí a la «rentrèe» septembrina se nos haya olvidado.

Por si las cosas no estuviesen calentitas con Valencia por la cosa de las organizaciones empresariales, desde el Consell se echa gasolina al fuego para tratar de apagarlo con la concesión a nuestra provincia nada menos que de la sede de la Agencia Valenciana de la Innovación. Ole, ole y ole. Sería para poner un monumento al jefe del Consell si no fuera porque -en palabras brillantes de Cristóbal Navarro, que tiene una lengua que si se la muerde, se envenena- la sede en Alicante será el «cuarto de las escobas» en el edificio Prop.

A ver, yo he oído dos veces al menos, con estas orejas, al molt honorable decir que la sede de la Agencia estaría en Alicante y que esa era una noticia que nos tenía que hacer besar el suelo por donde pisaba, porque la vertebración lo exigía y él graciosamente lo concedía. ¿Nos ha mentido?, pues no. ¿Nos ha dicho la verdad?, pues tampoco. Como es habitual el M.H. está en la línea de los políticos, que ni mienten ni dicen la verdad. Vamos a ver, en Alicante vamos a tener la sede institucional y a su representante, al que se va a dotar con un despacho en el edificio de la Generalitat, lo que sucede es que la sede operativa, y los funcionarios, van a estar en Valencia. ¿Qué más da dónde esté la burocracia si Alicante es sede? ¿O no?

A ver: ¿me están diciendo que Valencia será una sucursal de Alicante? ¿Qué los papeles se presentan donde sea- porque con internet poca necesidad hay de ir a la ventanilla- pero la decisión se toma en Alicante? ¿Qué el jefe está aquí al lado pero los curritos están allí arriba? ¿Qué una golondrina no hace verano, pero que un cuarto de escobas con un rótulo rimbombante bien vale una sede? Pero, ¿qué tomadura de pelo es esa? ¿Qué gringo mandingo ni que p. dura?, con letra y música de Miguel Bosé. ¿Y la inversión? ¿Dónde van a ir los 30 millones de inversión? ¿Van a servir para adecuar el cuartito de las fregonas?

Hay que ser «mu tontos mu tontos» para pensar que una cacicada como ésta, sumada a las muchas que se suceden en los últimos tiempos no vaya a ser contestada desde Alicante. Ahora, o en septiembre, o en octubre, que hay más días que longanizas para liarla parda. Ah, no, ya sé, les había juzgado mal: la táctica es haber nombrado un responsable -perdón, un vicepresidente ejecutivo- que acallará cualquier crítica con un trabajo sordo por la vertebración de la provincia, donde no haya ganadores ni vencidos y donde Alicante y Castellón sean situados en pie de igualdad con Valencia.

Ser mayor tiene cosas malas, lo reconozco. Una de ellas se la he leído a Wyoming en su biografía «De rodillas, Monzón», que me está haciendo partirme de risa con asombro nocturno de mi gato Aramis: «Cuando cumples una edad empiezas a decir que todo esto era campo». La segunda es que recuerdas lo que ya nadie recuerda y encima te empeñas en ponerlo por escrito para ganar amigos. ¿Sólo yo me acuerdo de que en su etapa de conseller fue García Reche el impulsor de la marca «Mediterrànea»?

Informo a las jóvenes generaciones y a los olvidadizos que este invento de los gestores de la Generalitat liderados por Joan Lerma, tenía por objetivo eliminar figuras comerciales «obsoletas» como Costa Blanca o Benidorm y sustituirlas por la marca paraguas «Mediterrànea» que definiría mundialmente el territorio entre Vinaroz y Pilar de la Horadada. Se armó un cisco del quince, naturalmente, y después de muchas guerras se comieron la marca y el paraguas. Era entonces presidente de la Comisión de Turismo de la Cámara el que es ahora presidente de la misma, Juan Riera, y a pesar de las presiones enormes, fueron la Cámara y los empresarios turísticos los que se cargaron una idea en la que ya habían invertido una pasta gansa a mayor gloria del turismo valenciano de Valencia.

Pues como la hemeroteca guarda la memoria, les aporto un párrafo escrito por el propio García Reche a finales del 2014: «Efectivamente, el proyecto «Mediterrània» fracasó, pero las verdaderas razones del porqué lo hizo no guardan relación alguna con aspectos como la idoneidad, la profesionalidad, el consenso con los agentes implicados o la potencia innovadora de la nueva marca. Nada de eso. Fue la política de bajos vuelos, y las disputas electoralistas provincianas (a las que tan acostumbrados estamos por estas tierras) las que lo consiguieron».

Ole, de nuevo.

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