Hemos conocido los datos del paro hace unos días y también los de la Encuesta de Población Activa. Por parte del Gobierno, se han hecho declaraciones y celebraciones en toda regla, por las cifras del descenso del número de personas en desempleo. Cuestión que desde UGT valoramos como positivo, siempre y cuando cada una de las personas que ha desaparecido de las listas del paro lo hiciese para formar parte de una plantilla estable y duradera, sin embargo no podemos ocultar que la realidad es otra y muy distinta.

La realidad no es lo que parece, no se puede hablar de crecimiento de empleo, obviando la precariedad instalada en el mismo, nos enfrentamos a una situación de temporalidad que se encuentra instalada en torno al 90%, con un paro estructural de larga duración que tiene mayormente rostro femenino y afecta a una de cada dos personas paradas, lo que provoca que la tasa de cobertura no supere el 45%, alimentado los índices de pobreza en muchos hogares donde todos sus miembros están en paro.

Esta estadística no es fiel a la realidad, no reflejan lo efímero del empleo generado ni del alto grado de rotación que sufren los trabajadores y trabajadoras, manteniéndose en muchos casos sus contratos en fraude de ley, vulnerando así sus derechos laborales y por consiguiente mermando sus salarios.

Estamos ante dos velocidades, la del Gobierno, la patronal y los poderes económicos, frente a la de los ciudadanos y ciudadanas que cada día tienen más dificultades para llegar a fin de mes.

En esta etapa estival y en nuestra provincia, la industria turística genera un trabajo de poca consistencia y de mala calidad. Existen un gran número de contrataciones temporales y a tiempo parcial, muchos de ellas, bajo las premisas del subempleo, afectando directamente a la calidad de los servicios que brinda esta actividad motora de la provincia.

Por lo tanto no podemos celebrar ni ser conformistas con estos datos y tenemos que dejar claro que queda mucho trabajo por hacer ya que esto no es como el sueño de una noche de verano.

Un verano en el que los que puedan, tienen que tomarse unos días de vacaciones, porque es su derecho adquirido a lo largo de muchos años de reivindicación y además es más que necesario, algo que parece que no entiende la presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes.

El verano finalizará y si en el nuevo curso político no se ponen en práctica las medidas que desde los sindicatos venimos defendiendo tales como, la derogación de la reforma laboral, elevar el salario mínimo interprofesional hasta los mil euros, reforzar las políticas activas de empleo y extender el sistema de protección por desempleo, la situación continuará en el mismo circulo vicioso.

Y, además, por otra parte, exigimos a los empresarios, que están reconociendo que con los salarios tan bajos que tenemos no se puede vivir, en su firma está revertir la situación, alcanzando acuerdos en el marco del diálogo social, pactando subidas salariales que permitan que las economías familiares vuelvan a sonreír.