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Rogelio Fenoll

Opinión

Rogelio Fenoll

Y del sabor, qué

Que las comidas que se sirven a las personas ingresadas en los hospitales son saludables debe estar fuera de toda duda. Que el personal de cocinas hace lo necesario para que los alimentos se cocinen y lleguen en su punto a las habitaciones, nadie lo discute. Como no admite debate que la sal, las grasas y una larga lista de ingredientes y productos no son buenos para los hipertensos, los pacientes cardiovasculares y otra larga lista de patologías. Pero la comida, además de necesaria y saludable, debe disfrutarse, porque comer sin sabor es como intentar escuchar con los oídos tapados o escribir con guantes: frustrante. Es obligado que la administración autonómica se preocupe por la salud de quienes comen en hospitales, colegios y residencias públicas, que haya más frutas y verduras en los menús, más legumbres, menos carnes rojas, que se elimine el exceso de grasas, de tóxicos como el aceite de palma, en fin, que nos apliquemos la dieta mediterránea, pero que se haga con gusto, que el acto de comer sea mínimamente placentero también debiera ser de obligado cumplimiento. La gastronomía actual ha evolucionado hasta convertirse casi en ciencia culinaria y ya es posible obtener platos muy sabrosos sin recurrir a la maldita sal y otros aditivos naturales o químicos perjudiciales. No es mala idea imponer una alimentación más saludable por decreto en el ámbito público, pero sugiero añadir algún artículo que obligue a cocinar sin olvidarnos del paladar, porque un menú apetecible puede ser tan reparador como una buena atención sanitaria.

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