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¿Tenemos Democracia en la cultura?

Estamos viviendo unos momentos difíciles para el sistema democrático. Seguramente no es el sistema perfecto, como vemos en la política nacional e internacional, no está exento de desmanes, pero es el que mejor puede prevenir los abusos de poder, con la participación del pueblo en la elección de sus gobernantes. Es unánime la convicción de que cultura e historia van unidas, en cuanto que la cultura significa el desarrollo intelectual, político, económico de un pueblo. Estamos asistiendo a una reflexión sobre la renovación de las estructuras para que la ciudadanía, los sectores profesionales de la cultura, puedan desarrollar su trabajo en las instituciones culturales públicas, que no debemos olvidar, en nuestro país, son los principales, casi únicos, centros de gestión de los recursos, de difusión de los conocimientos, con lo que imponen las pautas a seguir en las buenas o malas prácticas, en la selección de los autores y las obras que representan a la cultura de un pueblo.

En la pequeña historia de Alicante, hemos pasado por diferentes procesos, sobre todo en la elección del jurado que iba a determinar las exposiciones o adquisiciones de obras en la institución pública. Si nos retrotraemos al principio de la democracia, para la Convocatoria de Arte de Diputación se realizaba una llamada a todos los artistas y profesionales de la cultura para que votaran o propusieran el nombre de aquellos que consideraban debían componer un jurado de artes plásticas. Más tarde fue el criterio del político, asesorado o no por los funcionarios de la institución, quien decidía la composición de este jurado. En la actualidad, las asociaciones exigen que en esta composición haya una representación proporcional de las asociaciones de artistas, críticos, artistas independientes, nombres de prestigio, y a pesar de los cambios introducidos en estos últimos años, con la nueva legislatura, sigue siendo una cuestión conflictiva que no ha logrado el consenso de todo el sector, que no ha logrado la participación de muchos artistas y profesionales, con el consiguiente reproche por parte del nuevo concejal. Pero es que en la composición del jurado para las nuevas convocatorias, para la programación expositiva de las salas municipales, sigue prevaleciendo el criterio del funcionario por encima del criterio profesional, y el artista tiene muy poca o ninguna representación.

Nuestros centros y salas de arte, MACA, MUA, MUBAG, Gil- Albert, Lonja y Cigarreras, no tienen un proyecto elegido por concurso público, abierto, ni presupuesto para esta demandada proyección del arte y la cultura de nuestra provincia con que poder participar en las dinámicas nacionales e internacionales de la cultura. Qué sentido tienen estos pretendidos procesos democráticos.

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