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La mirada femenina

Dormir desnudo o en pijama

¡Cómo se siente el calor! El cuerpo está pegajoso y las ideas parecen enganchadas al cerebro con chinchetas.

Ayer me equivoqué, y esta mañana se me ha hecho más evidente que nunca. Mi hijo pequeño quería dormir desnudo y yo traté de disuadirlo. Sé que éste puede ser un tema peliagudo y que hay distintas visiones al respecto. A mí, personalmente, no me gusta que los hombres vayan siempre descamisados y «en pelotas» porque sé que a nosotras no nos permitirían lo mismo. También sufrimos de calor, e igual que a ellos se nos pega la ropa a la piel. Pero mi hijo, a sus ocho años, aún no entiende nada de todo esto. Más cuando una soporta el peso de la educación sobre sus hombros, de la educación de un niño a nivel global, a veces no es fácil acertar y conciliar el romanticismo con aspectos de tipo práctico. Me muero de ganas de que se despierte para poder volver a hablar con él del asunto.

No sé porqué le insistí en que mejor que durmiera con un pijamita. Una psicóloga me dijo que para que no hubiera malas interpretaciones, padres e hijos debían estar vestidos y aquello se me quedó grabado a fuego. También me dijo que cuando un progenitor no aceptaba la desnudez como algo natural podía ser por miedo al incesto. Creo que esta psicóloga me llenó la cabeza de historias. Hay que tener un cuidado con los psicólogos? si no son realmente buenos pueden llenarte de manías.

No tengo nada en contra de la desnudez, siempre y cuando no sea impuesta. Como madre de dos niños varones, simplemente me da miedo el hecho de tener que convivir con dos nudistas a todas horas. Pero, por otro lado, es normal que el pequeño me lo pidiera; ¡hace tanto calor!

Me dio todo tipo de explicaciones sobre lo que le pasaba si dormía con pijama; que si el short se le subía, la camiseta se le llenaba de sudor... Le dije que se quitara la camiseta y, al menos, mantuviera el short, o un calzoncillo de tela. Me explicó que la piel de los testículos se le quedaba pegada a no sé qué otra parte del cuerpo. Yo le escuchaba con los ojos grandes... mira que he conocido hombres y ninguno me había hecho una revelación de tal calibre. También me dijo que sus mejores amigos duermen todos desnudos y que quería que fuéramos una familia hippy porque era mucho más divertido. Yo no podía más que darle la razón, es mucho más divertido, según para qué. Le insistí en que el short lo protegería de los mosquitos. «¿No querrás que te pique un mosquito en el culito?» A veces decimos unas tonterías? En fin, aunque me sentí algo estúpida y retrógrada, me mantuve firme en mi tesis sobre los beneficios de dormir en pijama aunque lo cierto es que ni yo misma creía en lo que estaba diciendo. No, no con este calor infernal.

El crío se fue a dormir con su short agobiado y decepcionado con la vida, y concluyó con un sentidísimo: «Mami, entonces tú no aceptas mi cuerpo». Recibí aquella sentencia como un pequeño dardo al corazón. Traté de explicarle que no se trataba de eso, claro que aceptaba su cuerpo pero «no tengo que estar viéndoos desnudos a ti y a tu hermano a todas horas». Su hermano está en plena adolescencia reactiva y con una gran dosis exhibicionista. A veces, los límites que ya no puedo ponerle al mayor porque no me escucha se los come el pequeño con patatas fritas.

Tal vez la solución sea remitirse al manido término medio aristotélico, que no deja de ser una especie de camino del medio budista; dormir desnudo en función del lugar, la circunstancia y, sobre todo, la estación del año. Si estás de colonias con el colegio no duermas desnudo porque tus compañeros se partirán la caja cuando te levantes linterna en mano a hacer novillos. Si compartes habitación con tus primas tampoco... si quieres que vuelvan. Pero si estás solo, a tu bola, o con tu pareja, ¿por qué no? Tal vez, yo misma duerma desnuda a partir de ahora.

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