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Semana y media

Andrés Castaño

Cataluña, Ikea y Nieto

Lunes

MENÚ FAMILIAR

Intuyo que a partir del 1-O se escribirá mucho sobre una metafórica «botifarra amb mongetes» e imbatibles centollos gallegos, o sobre soberanos «calçots» con salsa romesco e incautos percebes del acuario de Moncloa. El menú dependerá de quién tropiece con la última bala de la ruleta. Hoy han coincidido frente un cuartel de la Guardia Civil en Barcelona dos manifestaciones con profusión de consignas malcaradas y la sensación de que aquello fácilmente podía degenerar en un boceto del «Duelo a garrotazos» goyesco. La edición digital de «La Vanguardia» habla sorprendentemente de «independentistas» y «unionistas», la primera vez que se usa este subterfugio para evitar la palabra «constitucionalistas» y la consecuente distinción, más precisa, entre «constitucionalistas» y «golpistas». Los «unionistas» son históricamente los irlandeses partidarios de la unión entre Irlanda y Gran Bretaña (toda Irlanda primero y, desde 1922, Irlanda del Norte), por lo que la ocurrencia de establecer una analogía estrafalaria sólo puede explicarse desde la agónica dificultad de la Cataluña «respetable» para fingir equidistancia sin que se note su pánico al monstruo creado por la Generalitat. «Crema catalana» de postre.

martes

SAGA Y SIGUE

Los suecos no eran célebres hasta ahora por su testarudez, pero Ikea ha pulverizado el estereotipo con otra saga escandinava en la que estanterías y somieres hacen las veces de «drakkars» y cascos alados. Thor y Odín le ordenaron instalarse en la provincia durante uno de sus banquetes paganos a base de albóndigas y poco parece importar si el paraje elegido es Rabassa o Torrellano. En cambio, a los aborígenes sí les importa por varios millones de motivos, y sin duda es chocante que Alicante tenga los terrenos pero discuta las condiciones del plácet, mientras que Elche anda sobrado de hospitalidad pero le faltan metros para alojar a los derrochadores vikingos. Son estas encrucijadas estratégicas las que desnudan la relación frustrante entre dos ciudades tan idealmente complementarias como instintivamente competidoras. Tampoco hay que despreciar las mezquindades de la política local como objeción añadida: el alcalde de Elche asiste con chaleco antibalas a las reuniones del comité local y al de Alicante le ocurre lo contrario que a Jesucristo, que tuvo doce apóstoles y sólo le falló uno; él tiene quince concejales y apenas puede confiar en sí mismo.

miércoles

LA URNA FANTASMA

Se ha difundido el rumor de que la Generalitat catalana ya ha comprado las urnas para su referéndum y las esconde en un consulado barcelonés. Esto puede parecer inverosímil, pero tiene una explicación cristalina. En primer lugar, los representantes consulares son frecuentemente naturales del lugar, dándose la circunstancia de que, en el caso de Barcelona, algunos de ellos son nacionalistas notorios; en segundo lugar, un edificio diplomático es legalmente territorio extranjero y por lo tanto ajeno a la jurisdicción española. Quiero decir que el plan revelaría una agudeza mental desconocida entre las luminarias del «procés»: ocultar las urnas en Estonia, Uzbekistán o Albania, pero a cinco minutos de la Diagonal. Es incontrovertible que la Guardia Civil no podría decomisarlas, aunque Junqueras tampoco podría sacarlas de esos benditos países, ya que el tráiler sería interceptado en cuanto abandonara el garaje del consulado. Xavier García Albiol, el rústico líder del PP catalán, ha profetizado que «alguien va a comerse las urnas» y, francamente, sólo puede referirse al cónsul cómplice y su pregunta existencial: ¿Qué hago yo ahora con 8.000 urnas?

jueves

VUELTA DE HONOR

Las motocicletas siempre me han parecido artefactos ruidosos aunque de indiscutible utilidad urbana. Por otra parte, hasta hace unos días no supe qué era un «quad», y me he enterado de la peor forma posible. Pero no hace falta ser aficionado al flamenco para percibir la genialidad de Camarón, y que Ángel Nieto haya muerto precisamente por un accidente de tráfico añade una dosis de paradoja a la leyenda, algo así como el torero retirado que muere en una becerrada. Antes, sus epitafios eran poemas (había muchos poetas); hoy, tuiteos cuadrúpedos (hay muchos cuadrúpedos). En su condición de pionero, Nieto envejeció como un icono remoto para los seguidores de Pedrosa o Márquez. Santana o Seve también forman parte de esa prehistoria excepcional que populariza un deporte y desencadena el aluvión. Esto requiere hallarse en el lugar y momento adecuados (ser mecánico en un taller, recogepelotas en un club de tenis o «caddie» en uno de golf), pero ante todo exige talento. Alguien comparó el talento con un rayo que zigzaguea en el cerebro, pero es mucho más fácil detectarlo que definirlo. Por la escasez, claro.

viernes

HISTORIA VIRTUAL

El chovinismo francés es tan rotundamente macizo que no soporta el plagio. Ocurre que «Dunkerque», una maravillosa película con tres historias entrecruzadas aunque desiguales, ha soliviantado a los franceses por el descaro con que el guión les ningunea. Los españoles conocemos bien este «anglocentrismo» gracias a docenas de películas en las que un petimetre malicioso llamado Don Diego de Almendralejo es desarmado por algún apuesto pirata de ojos azules que a continuación se fuga con su infeliz prometida, Doña Mercedes de Calatrava. Pero el libertinaje cinematográfico es reflejo del académico, que por ejemplo inmortaliza al Duque de Alba como un sádico intolerante mientras que las matanzas de Cromwell en Irlanda se despachan con una microscópica nota a pie de página. Volviendo a «Dunkerque», la Segunda Guerra Mundial no es desde luego el pretexto idóneo para que los franceses descorchen una botella de «grandeur», pero tampoco la epopeya inmaculadamente milagrosa que describe la película: los alemanes holgazanearon, muchas embarcaciones se negaron a cruzar el Canal y parte de las tropas evacuadas reembarcaron temerariamente para ser diezmadas en la costa bretona. No hay versión cinematográfica.

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