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F. J. Bernabé

Acabar con la gallina

Los que dicen que saben de esto del turismo hace tiempo que lo vienen advirtiendo. Un fenómeno todavía irrelevante en la provincia como es la llamada turismofobia, cuyos casos más extremos se están dando en Barcelona, donde miembros de grupos antisistema han llegado a atacar un autobús turístico, podría ir a más si no se toman medidas. Los expertos opinan que ese sentimiento de rechazo de los vecinos hacia esos inquilinos de paso que van cambiando la realidad social y económica de los centros urbanos adaptándolos a sus gustos y necesidades viene además alimentado por la oferta no reglada, precisamente la que consideran ahora culpable del frenazo al crecimiento en la ocupación experimentado en la capital turística de la Costa Blanca y que ha hecho saltar las alarmas de los hoteleros. Es fácil ponerse en la piel de los vecinos de zonas que han sido tomadas literalmente por turistas a los que acusan de generar ruidos, suciedad y de exterminar la identidad cultural. Pero tampoco podemos acabar con la gallina de los huevos de oro y perjudicar un sector clave en la salida de la crisis y que está liderando la creación de puestos de trabajo. Los ayuntamientos deberían mojarse un poco más en este sentido y velar por que las avalanchas de turistas respeten la tranquilidad de los vecinos que llevan toda la vida en los cascos históricos sacando la silla a la acera para tomar el fresco en verano. Carteles advirtiendo a los visitantes de que procuren no molestar, mayor vigilancia policial, limitar a las empresas el número de excursiones diarias, revertir parte de los beneficios empresariales en mejoras en la zona... Como decía mi abuelo, en el equilibrio está la virtud.

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