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Jorge Fauró

Opinión

Jorge Fauró

Leer el futuro

La sociedad moderna avanza a un ritmo voraz. La velocidad a la que se van implantando nuevos hábitos sociales es tan vertiginosa que cuando el establishment en su conjunto intenta adaptarse a la novedad, ésta ya ha quedado obsoleta. Lo vemos en la RAE, que resuelve introducir en nuestro vocabulario palabras que se ponen de moda un verano y desaparecen del verbo popular cuando aún no ha desperezado el otoño. La celeridad de lo social, la prisa por crear y abandonar nuevos conceptos sociales, políticos, económicos.

Nuestros legisladores deberían haber previsto que la burbuja inmobiliaria caería indefectiblemente. Habría bastado con aplicar ese principio tan simple de que todo lo que sube, baja. A veces, la solución está en lo sencillo, en la aparente estulticia de la normalidad. Por no aplicar la premisa básica de lo simplista hemos visto desahucios, quiebras, familias arruinadas, preferentes y cuotas participativas. Después de todo aquello vinieron las cláusulas suelo. La Unión Europea advirtió a España de malas prácticas a la hora de aplicar la normativa europea sobre hipotecas y conminó a la banca a devolver el dinero de más cobrado de forma injusta a clientes embarcados en la adquisición de un inmueble. Tampoco lo vieron venir. En menos de dos meses, el juzgado especial sobre cláusulas suelo de Alicante ha rebasado ampliamente la previsión de todo el año. Vayan a lo sencillo y no parcheen el único juzgado existente: creen los que hagan falta. Ya.

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