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Alhucemas, un polvorín histórico

Ante el brote de una rebelión en Marruecos

Los precisos saltos dados por los manifestantes en la jornada del pasado jueves 20 dan a entender que existe una estrategia de lucha y no una marcha improvisada. Por eso, una población de poco más de cincuenta mil habitantes puede convertirse en la flor de una nueva primavera en el Magreb. Y así lo gritan en la calle jóvenes y viejos rifeños. Los sucesos de Alhucemas, a mitad de camino entre Ceuta y Melilla y más cerca de Málaga que de Rabat, la capital del reino de Marruecos, son el posible brote de una rebelión que empieza a preocupar y levantar dolor de cabeza al omnipotente rey Mohamed VI. Tras nueve meses de manifestaciones y protestas parece que el germen de la revuelta se ha implantado en la región con más historia del Rif. Encarcelado el primer líder de los disturbios y casi dos centenares de sus acompañantes en los alborotos, la situación no ha quedado en un tumulto callejero sino que Nasser Zafzafi, cabeza visible de los primeros desórdenes, ya tiene sucesión. Una joven treintañera, madre de cuatro hijos, Nawal Benaisa, ha tomado el relevo. El primero creció como adalid a medida que se fueron produciendo los acontecimientos; la segunda, con su condición de mujer en un contexto primario musulmán, y una trillada vida de precariedad, surge con una fuerza consolidada. Los primeros manifestantes contaron con cierta simpatía de los emigrantes que trabajaban en países de la Europa occidental, conocedores de las libertades en los estados democráticos. Más tarde parece que recibieron ayudas de diverso tipo, lo que dio pie a que los políticos que rodean al monarca comenzasen a acusarlos de separatistas. Y una vez pasadas las estaciones laborables -otoño, tiempo de comienzo de la rebelión, invierno y primavera- llegó la época de las vacaciones y con ella la práctica demostración de la calurosa temperatura ambiental en la zona. Los miles de emigrantes que vuelven en verano a sus pueblos natales, cargados con todos sus ajuares en furgonetas atestadas, para disfrutar del descanso laboral junto a familiares y amigos, este año muestran una característica nueva. Viajan cargados como acostumbran, atraviesan medio continente sin descansar, llegan a su destino pero reducen su estancia a la esencial para visitar y saludar a familiares y amigos, dejan dinero y regresan a los países donde trabajan. Ya no veranean en su tierra, sobre todo si es Alhucemas y su región. El ambiente es de convulsión. Conocedor en parte de la realidad polí- tica marroquí por diversas razones, en una ocasión descubrimos la masiva inclusión de miembros del servicio de información militar disimulados entre los guías que muestran al turista las costumbres y bellezas magrebíes. Quizá imbuidos por el espíritu de bebidas no recomendadas por la religión islámica, estos infiltrados "guías" nos demostraron sus sapiencias de la vida y andanzas de cada uno de los viajeros. Conocían al detalle movimientos de nuestras visitas a Marruecos y hasta el discurrir y penurias de quienes habíamos hecho la "mili" en Ceuta o Melilla. Nos revelaron la fontanería de la política subterránea marroquí, cuyo servicio de información controla "todo lo que se mueve". El Centro Nacional de Información español lo sabe bien y en él apoya gran parte de nuestra política antiterrorista. Nasser Zafzafi, los doscientos detenidos, Nawal Benaisa y sus seguidores han sido condenados o están pendientes de juicios opacos a la opinión pública, al albur de las decisiones de los políticos del entorno real. Sus reivindicaciones son sociales y no excesivas pero se han levantado en un paraje en el que disfruta algunas de sus vacaciones Mohamed VI y este año se las pueden amargar. Y además de conmemorar la victoria infringida por la guerrilla de Abd-el-Krim sobre tropas coloniales el jueves 20, conocida aquí por el "Desastre de Annual", ahora se cumplen noventa años de la rendición, el 22 de julio de 1927, de ese carismático jefe rebelde del Rif. Así como seis décadas de la revuelta de los rifeños contra el sultán tras la independencia de Marruecos en 1956. Estos días muchos manifestantes, entre cientos de policías y gases lacrimógenos, vocean una consigna: "Mejor la muerte que la humillación". Y es que la población fundada como Villa Cisneros, frente al islote de Al Hoceïma, la Alhucemas de hoy, es un verdadero polvorín, es tierra de numerosos terremotos y de sucesivas rebeliones.

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