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Libertad para esclavizarse

¿Quiénes somos nosotros para cuestionarlo? Son libres de aceptar el trato o ser sustituidos por el siguiente que esté esperando para recibir unas migajas en forma de empleo precario

Tras las declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, en las que hablaba de no tomarse vacaciones porque las considera algo «voluntario», ha comenzado el runrún de unos cuantos individuos que también presumen de no tomarse periodos de descanso en su trabajo. Tipos sacrificados, hechos a sí mismos y encantados de haberse conocido. ¿Pues sabéis lo que pienso de todos ellos? Que son unos blandengues.

Si tanto glorifican el sufrimiento y la servidumbre laboral, ¿por qué limitarse a renunciar a las vacaciones? Está claro que no se esfuerzan lo suficiente por resultar productivos y útiles en sus negocios. Para empezar, podrían renunciar (libremente, por supuesto, aquí todo son decisiones libres) a cobrar una remuneración digna. De hecho, así servirían de ejemplo a esos conformistas que todavía prefieren trabajar a cambio de dinero en lugar de hacerlo por purpurina y zumo de piña. Quizás, a toda la plantilla de una empresa le apetece espontáneamente trabajar diez horas al día por menos del salario mínimo. ¿Quiénes somos nosotros para cuestionarlo? Son libres de aceptar el trato o ser sustituidos por el siguiente que esté esperando para recibir unas migajas en forma de empleo precario.

Y si es voluntario irse de vacaciones, también es completamente opcional tener jornadas laborales leoninas o no librar ningún día de la semana. ¡Aquí que no venga papá Estado a decirme a mí que debo dormir o tener días de descanso! En este sentido, creo que vamos por el buen camino gracias a la generalización de las horas extra no pagadas. Eres libre de hacerlas o de ser despedido, puedes elegir la opción que más te plaza, sin imposiciones de ningún tipo.

¿Y qué es eso de bajas remuneradas y seguros laborales? ¿Por qué no vamos a ser libres de sufrir un accidente y no cobrar durante todo el periodo que estemos sin poder acudir a nuestro puesto de trabajo? De hecho, en los últimos años ya se ha extendido la libertad de caer enfermo y seguir acudiendo libremente a trabajar por miedo a ser represaliado al pedir la baja. Vivimos encorsetados por la legislación, pero, en cuanto dejas un poco de manga ancha, la imaginación fluye y las personas toman decisiones fascinantes.

Si los niños de 10 años podían trabajar libremente día y noche en fábricas textiles de la Inglaterra decimonónica sin ningún tipo de protección, a ver por qué nosotros no vamos a poder hacer lo mismo. Desgraciadamente, ahí está el Estatuto de los Trabajadores para oprimirnos con sus artículos.

Qué maravilloso poder ser libres para tirar por la borda todos los derechos que tanto esfuerzo costó obtener. Libres para ser constantemente explotados por miedo a que una reivindicación nos lleve a la cola del paro. Libres para convertirnos en esclavos. Además, se trata de una libertad ejercida a gusto, pues es sinónimo de entrega a tu empresa, de vocación y de una vida destinada única y exclusivamente al trabajo. Una existencia de ensueño, vaya. De momento, os invito a seguir demonizando el tiempo de relax; los ratos dedicados a nuestra familia, amigos o a nosotros mismos; los periodos destinados a disfrutar de la vida sin horarios ni obligaciones, a crear, a descubrir, a reflexionar o a vaguear... Ya veréis qué bien nos va.

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