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Javier Mondéjar.

Las casas sin amo

El caso Villar no me sorprende porque he visto cosas que vosotros jamás creeríais, y no son precisamente atacar naves en llamas más allá de Orión

Mi amigo Emilio Vázquez Novo, al que nunca me cansaré de reivindicar porque las organizaciones empresariales no habrían llegado tan lejos sin su talento, me enseñó que las empresas públicas y las instituciones tienen el problema de ser casas sin amo, donde todo el mundo mete el cazo y no suele pasar nada, con lo que el descontrol en la gestión está más que servido. Era por ello que había que ser especialmente escrupuloso a la hora de gastar y de ejercer control en las instituciones para evitar cacicadas y abusos de poder y, especialmente, poner límite temporal a los mandatos, de forma que el que lo ocupase transitoriamente se sintiese como un invitado y no como el dueño del cortijo.

Viendo algunos casos Don Emilio ha tenido que removerse en su tumba. El modus operandi es variado: en unas se llevan el dinero en un saco, en otras utilizan malsanamente prebendas como vehículos de representación, viajes o comidas no justificadas, en las de más allá colocan a todos sus familiares y amigos aunque no valgan ni para taco de escopeta. Así es la vida. El caso Villar no me sorprende porque he visto cosas que vosotros jamás creeríais, y no son precisamente atacar naves en llamas más allá de Orión. Cosa diferente es probarlas, que si no interviene la Guardia Civil y graba conversaciones la mitad se van de rositas. En la Federación de Fútbol parece ser que no les faltaba ningún punto de las operativas estándar que antes he mencionado: acarreaban sacos de billetes en coches oficiales conducidos por sus hijos, primos y amiguetes, rumbo al pesebre de lujo donde ponerse ciegos a angulas y Vega Sicilia.

Si bien se fijan no es tan extraño tratar de perpetuarse en el cargo pagando favores y untando al personal con dinero ajeno. Tampoco es raro ver aquí y allá empleados inútiles, excelentemente pagados cuando el dinero brota y un poco menos excelentemente cuando es un bien escaso, pero en cualquier caso libres de toda posibilidad de ser expulsados del paraíso, que tal y como está el patio no es pequeña dádiva.

Cuando se dan tales circunstancias es malo por lo que suponen de expolio a la caja y peor por lo que afecta a los debates internos, porque todo va en función de mantenerse en el cargo para no perder nivel ni renunciar a estar en la cumbre de esta pirámide de favores. ¿Dígame usted, señora mía, quién va a criticar al presidente si, por ejemplo, tiene a su mujer o a su tierno retoño trabajando en la casa? Obviamente por mantener la posición de éste, MA-TA, y así el nepotismo se configura como una de las bellas artes de empresas públicas e instituciones paralelas. España es un país muy de tradición familiar, qué quieren que les diga.

Lo de Villar es un ejemplo a seguir por todos los que aspiren a estar en un cargo semipúblico / semiprivado y mamar de la teta. Es verdad que la Federación tiene en su poder y patentada la máquina de fabricar billetes, que es la selección de fútbol, y prisioneros a unos jugadores a los que pagan sus equipos pero deben cederlos obligatoriamente para que se enriquezcan estos desahogados. En la FEF estaba Villar, su hijito y los de todo aquel que le fuese útil para mantenerse en el poder, incluida una doña que vivió dos años en una suite de un hotel de cinco estrellas. Todos parece que chupaban del bote: unos en dinero negrísimo y otros, los menos afortunados, con trabajos para su prole, como aquella mujer de directivo a la que para entretenerla se enchufó en la selección de «júrbol» femenino. De regalos ni hablamos, preferían el papel moneda. Villar y sus alegres muchachos no tenían límite, y cuando querían presionar a la Administración les amenazaba con irse a Suiza, que allí también mandaba un montón el ínclito, y expulsar al Madrid o al Barça de la Champions. Así cualquiera siembra el terror en las huestes del enemigo.

Soy seguidor de sagas de mafiosos y un estudioso de sus reglas estatutarias y procedimientos negociadores, y tanto Toni Soprano como Don Vito Corleone me parecen mucho más honrados que algunos presidentes de pacotilla. Al menos el crimen organizado sabe que lo es y no disimula su criminalidad, mientras que muchos de éstos tienen la desfachatez de impartir lecciones de moralidad a la ciudadanía. Cuando la mafia es realmente peligrosa es cuando aplican instrumentos del mundo de los negocios a lo que son chantajes, extorsiones, abuso de poder, de posición dominante y un todo por la pasta que avergüenza a endurecidos ladrones y asesinos.

Ya digo que lo de la FEF es paradigmático: un modelo y un ejemplo, pero sin llegar a esa Primera División del gorroneo, hay casos muy cerca de cualquiera de ustedes. La mayoría no acabarán en ningún Tribunal ni se alojarán forzadamente en Soto del Real, y más bien cultivan la imagen de esforzados luchadores y flor y nata de la representatividad. Antes eran más: había dinero. Ahora son menos -las prebendas han caído en picado- pero siempre hay un roto para un descosido, y mantenerse en el machito obliga muchas veces a sacrificios, nunca personales y casi siempre pagados por todos, ya sea en monedas, en empleos para la prole o en facturación de empresas amigas, propias o encubiertas.

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