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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

Dame «borgen» y dime tonto

De cara a la declaración de Rajoy ante la Audiencia Nacional, el coordinador general del pepé dejó bien sentado que «hacía tiempo que no veía al presidente tan tranquilo». Sus razones tiene. Son muchos años de mili. No olvidemos que él ya estaba ahí y que en 1990 fue elegido vicesecretario general de la cosa cuando el juez instructor de València dictó auto de procesamiento contra varios puntales del escuadrón en lo que se denominaría «caso Naseiro». Como se recordará, éste quedó archivado por el Supremo a causa de que las reveladoras escuchas telefónicas fueron autorizadas para investigar un asunto de narcotráfico y no el tomate de financiación ilegal que ?ahí anda Mariano diciendo la verdad y nada más que la verdad? perdura hasta nuestros días. En la década de los noventa, el brazo armado de la organización a las órdenes de Cascos procuró que la molesta perturbación se trastocase en el «caso Manglano» y fue el juez instructor, no ninguno de los encartados, el que poco a poco fue diluyéndose. Para Zaplana, actor junto a Vicente Sanz del famoso pasaje grabado en el que se da fe de que «estoy en política para forrarme», supuso en cambio la propulsión a su carrera. Las trazas del camino elegido habían quedado, pues, claramente indicadas. Es mucho, por tanto, lo que le debe el actual inquilino de la Moncloa a los serviciales conductores del aparato en esta tierra de lograr convertirse en el primer presidente aborigen en rendir cuentas ante el tribunal y hacerlo, además, muy tranquilo. No olvidemos que, en esa misma línea de comportamiento que siguió suponiendo tantos para sus protas, el cacareado tamayazo no llegó hasta doce años después de que la asunción marujil revalidara una esclarecedora forma de hacer política, tan memorable como capaz de ser digerida incluso hoy por una parte sustancial del electorado. En Dinamarca aquellas grabaciones habrían pulverizado la dimensión pública de los galanes y, aquí, el lujo de compareciente acude súper confiado. Es lo que tienen las producciones nacionales.

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