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Opinión

Enfoque partidista

La tiranía de los números ordena y manda para todo, incluyendo al Teatro Principal de Alicante. Por supuesto, los agravios comparativos están ahí en lo referente a los presupuestos de otras salas de características similares. Es verdad que ha bajado el número de espectadores y que, como dice el director del coliseo, Francesc Sanguino, «la taquilla ha dado un 25 % más de lo que se ha gastado», pese a que haya compañías que generen más gastos que ingresos. También es cierta otra cosa. El Principal paga los gastos propios, y el dinero no se puede estirar mucho. El déficit se triplica, pero la discriminación económica por parte de la Generalitat debe solucionarse en lo que respecta a la situación de este teatro semipúblico. Desde las instituciones, la cultura ha de ser, fundamentalmente, una inversión social. No un negocio. El Ayuntamiento y el Banco Sabadell no aplauden las cuentas de 2016 y se exige un informe de viabilidad que imponga otra ruta. Lo fácil ahora es pedir la dimisión de Sanguino y pregonar que el tripartito antepone una cuestión ideológica que empuja a no llenar las butacas. Gobiernen unos u otros, cualquier programador debe tener un margen de libertad a la hora de elegir los espectáculos. Nadie echa a la ciudadanía, sino que es ella quien acude o no. Acertadamente o erróneamente. La auténtica cultura, decíamos, no es un producto mercantil con fines rentables. Esto no impide que al valor cultural se le añada un factor de saludable entretenimiento y de calidad. Es lo que ha intentado Francesc Sanguino y seguirá intentando seguramente. Los relumbrones y las expresiones retorcidas, eso sí, no son aceptables. No es que el Principal fuese irrelevante en etapas anteriores. Hubo de todo. El modelo ha cambiado durante los dos últimos años, sin que ello represente una pésima gestión o la necesidad de un cambio radical en la programación. Las innovaciones requieren continuidad, y es necesario atraer a toda clase de espectadores. Dadas las circunstancias, toca ofrecer solvencia en todos los aspectos y evitar que la situación repercuta en los pagos corrientes del coliseo alicantino. Y ya basta de utilizar ese déficit y las artes escénicas desde un enfoque simplemente partidista.

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