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Joaquín Rábago

El historiador Shlomo Sand da una lección a Macron

El conocido historiador israelí Shlomo Sand ha dado una clara lección al presidente de Francia, Emmanuel Macron, sobre dos conceptos diferentes, pero que muchos confunden interesadamente, como son "antisemitismo" y "antisionismo".

En una carta abierta a Macron, Sand se muestra "irritado" por el hecho de que invitase al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu porque no puede aspirar a "representar a las víctimas de ayer" quien es hoy el "opresor".

El autor de "La invención del pueblo judío" (Ed. Akal), critica la identificación que hizo Macron en su discurso ante Netanyahu entre "antisionismo" y "antisemitismo" y se pregunta si fue sólo un deseo de halagar a su invitado o una muestra de "incultura política".

"¿Cómo puede el ex estudiante de filosofía, el asistente de Paul Ricoeur haber leído tan pocos libros de historia como para ignorar que numerosos judíos, o descendientes de filiación judía, se han opuesto siempre al sionismo sin ser antisemitas?", se pregunta.

Sand dice tener en cuenta no sólo a todos los grandes rabinos de la antigüedad, sino las declaraciones de "parte del judaísmo ortodoxo contemporáneo", de judíos huidos del gueto de Varsovia o grandes historiadores o sociólogos como Pierre Vidal-Naquet, Eric Hobsbawm, Maxime Robinson o Edgar Morin.

Refiriéndose al paso de Emmanuel Macron por la banca Rothschild, Sand le recuerda una cita del banquero y presidente de la unión de sinagogas del Reino Unido, Nathan Rothschild, quien en carta dirigida en 1903 a Theodor Herzl, el fundador del sionismo moderno, escribió lo siguiente:

"Le diré con toda franqueza que tiemblo al pensar en la fundación de una pequeña colonia judía en el pleno sentido de la palabra. Semejante colonia se tornaría en un gueto, con todos los prejuicios del gueto. Un pequeño, muy pequeño Estado judío, devoto y no liberal, que rechazará al cristiano y al extranjero".

"Puede que Rothschild se equivocase con su profecía, pero lo seguro es que no era antisemita", escribe el historiador israelí.

Sand no sólo niega una equivalencia entre sionismo y judaísmo sino que califica al primero de "revuelta radical" contra el segundo.

"A lo largo de los siglos, los judíos piadosos han sentido un profundo fervor hacia su Tierra Santa, en especial hacia Jerusalén, pero siempre se atuvieron al precepto talmúdico que les instaba a no emigrar colectivamente allí hasta la llegada del Mesías".

"Cada uno de nosotros puede pronunciarse sobre la moralidad del proyecto de crear un Estado exclusivamente judío sobre un trozo de territorio poblado en su inmensa mayoría por árabes", dice Sand.

Éste le recuerda a Macron que en 1917 vivían en Palestina 700.000 musulmanes y cristianos árabes y unos 60.000 judíos, de los que la mitad se oponían al sionismo.

"Hasta entonces, agrega Sand, las masas del pueblo yiddish ( lengua formada con elementos sobre todo de origen alemán) que trataban de huir de los pogromos del imperio ruso prefirieron emigrar hacia el continente americano, y lo alcanzaron efectivamente dos millones".

Sand termina su carta abierta explicando a Macron por qué le escribe y se define como "no sionista" e incluso como "antisionista" sin ser, no obstante, "antijudío".

"Siendo demócrata y republicano, no puedo, como hacen sin excepción todos los sionistas, sean de derechas o de izquierda, apoyar un Estado judío".

"El ministerio del Interior israelí tiene censados a un 75 por ciento de sus ciudadanos como judíos, a un 21 por ciento como musulmanes y cristianos árabes y a un 4 por ciento en la categoría de "otros", recuerda Sand.

"Ahora bien, según el espíritu de sus leyes, Israel no pertenece al conjunto de los israelíes, sino a todos los judíos del mundo aunque éstos no tengan la intención de vivir allí".

"Así, por ejemplo, prosigue Sand, Israel pertenece más a Bernard Henry-Lévy y a Alain Finkielkraut que a mis estudiantes palestino-israelíes que se expresan en hebreo a veces incluso mejor que yo".

"He escuchado decir a dos ministros israelíes, próximos a Benjamin Netanyahu, que hay que fomentar el traslado de los israelíes árabes, sin que nadie haya reclamado su dimisión", critica el historiador israelí.

"Por todo eso, señor Presidente, acaba Sand, no puedo ser sionista. Soy un ciudadano deseoso de que "el Estado que vive sea una Repúblcia israelí y no un Estado comunitario judío".

"Como descendiente de judíos que tantas discriminaciones han sufrido, no puedo vivir en un Estado que, por su propia definición, me convierte en un ciudadano dotado de privilegios".

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